Siete de cada diez personas que ingresaron a alguna prestación gestionada por la Anses, lo realizan tras haber llegado a la etapa de retiro laboral sin cumplir con el requisito de 30 años de aportes que rige el sistema general de previsión social.
Dentro de este grupo, se encuentran aquellas personas quienes logran una prestación del régimen contributivo en virtud de su adhesión a una moratoria y también quienes acceden a la Pensión Universal para el Adulto Mayor que se creó en 2016 y equivale al 80 por ciento del haber mínimo.
Esta posibilidad de ingresar a estos planes subsidiados de pago de aportes se restringe con el paso del tiempo y es distinta para mujeres para hombres.
Durante el primer semestre del 2022, de 178.205 jubilaciones que están dadas de alta, el 64 por ciento, más de 114.000 correspondió a casos con moratoria.
Por su parte, en el 2021 accedieron a una prestación por la vía de ese recurso más de 210 mil personas, el 69 por ciento de las 305.736 que obtuvieron el alta de su jubilación. Por otro lado, se dieron 56.322 PUAM, de las cuales solo el 2,2 se otorgaron para personas que tenían 10 o más años de aportes.
De esta forma, entre los beneficios nuevos que fueron dados en el 2021, 362.058 entre las jubilaciones y las prestaciones no contributivas, el 74% corresponde a personas que no acumularon los 30 años de aportes. Esa participación, dos años antes había sido del 68,5% y en 2020 del 65,5%.
La razón por la que el año pasado creció la participación es la instrumentación de una política que les permite, solo a las mujeres, contar entre uno y tres años de aportes por cada hijo. La Anses, aclaró, que a un año implementada la medida, se otorgaron. 180.000 beneficios que incluyeron ese reconocimiento.
En este informe, no se contemplan, por cas, prestaciones proporcionales si hubo aportes por una determinada cantidad de años sin la necesidad de llegar a los 30 años. Esto incluye asalariados y cuentapropistas, la mitad de los trabajadores no está registrado, según datos del Instituto Torcuato Di Tella, basados en la Encuesta Permanente de Hogares del Indec.
En este contexto, las moratorias organizan una salida donde tienen un diseño más adecuado para una cuestión temporal. Quieren dar solución del problema de fondo, para el cual tampoco hubo, hasta ahora, una política efectiva.
Una de las moratorias que se encuentra vigente hoy en día es la ley 24.476. Esto permite declarar deudas por aportes no hechos que corresponden a períodos anteriores al mes de octubre del 1993. De esta forma, un hombre, que cumple 65 años durante agosto, podría acceder a un plan por contribuciones de un período de 18 años y dos meses.
Por otro lado, la ley 26.970 permite la declaración de obligaciones a pagar por aportes de meses previos a 2004. Acá, solo las mujeres pueden acceder y las que, por ejemplo, cumplen 60 años este mes, podrían hacerlo por una deuda de 23 años y cinco meses.
En todos habrá que tener al menos 18 años en el mes más antiguo por el que se hace la declaración. Este régimen de moratorias se va agotando naturalmente con el paso del tiempo.
Se dispuso que la fecha límite es el último día de este año, pero el plazo quedará sin efecto si el Congreso aprueba antes “un régimen para el acceso a las prestaciones a través de un plan de regularización de deuda”.
El ministro de Economía, Sergio Massa podría pedir que se postergue una vez más la fecha tope para el ingreso o que se avance con una propuesta por parte del oficialismo. Esto buscaría crear, con vigencia por dos años, un sistema por el cual se comprarían unidades de pago de deuda previsional, teniendo ya la edad jubilatoria o, incluso, desde unos años antes, para saldar luego la obligación declarada al Estado en hasta 120 cuotas, descontadas eventualmente del haber jubilatorio mensual.
“Hay que reformular y no agujerear el sistema”, dijo en esa reunión Jorge Boasso, director del posgrado y profesor de Derechos de la Seguridad Social de la Universidad Nacional de Rosario, quien también consideró que, en lugar de seguir prolongando los sistemas de moratorias, se debería actuar con mayor creatividad, crear un esquema de haberes proporcionales a la cantidad de tiempo con contribuciones y, cuando no haya una cantidad mínima de aportes, otorgar prestaciones no contributivas.