La escasez de combustible se está haciendo cada vez más intensa. En el interior del país hay faltante de gasoil y de gas licuado, afectando la movilidad en autos particulares, transporte de pasajeros y cargas y la producción (particularmente la agropecuaria). Desde el sector se responsabiliza a las demoras en las importaciones de combustible y se alerta de que durante abril el suministro de combustible a las estaciones de servicio seguirá siendo administrado con la aplicación de cupos.
Las mayores dudas sobre la normalización giran en torno al impacto sobre el precio de los combustibles derivados de las sanciones a Rusia. El precio del petróleo se mantiene en USD 100 dólares el barril, cuando el año pasado se ubicaba en el orden de los USD 68. El precio del gas licuado que la Argentina importa está en USD 40, cuando el año pasado era de USD 8. Dado que parte de las importaciones de combustibles es financiada por el gobierno nacional para mantener los subsidios a la luz y el gas, las restricciones fiscales agregan presiones y mucha incertidumbre.
La pregunta que cabe hacerse es si la Argentina tiene necesariamente que estar en riesgo de desabastecimiento dadas las actuales condiciones internacionales. Según datos del Ministerio de Economía se observa que:
- A partir de 1991 el saldo de exportaciones menos importaciones de combustibles creció hasta llegar a ser en el año 2006 de USD 7.400 millones a precios actuales.
- A partir del 2006, el saldo comenzó a declinar hasta llegar al año 2013 a ser deficitario en – USD 9.800 millones a precios actuales.
- A partir de allí las exportaciones comienzan a ser más que las importaciones, pero en el 2021 el saldo vuelve a ser negativo en – USD 1.400 millones.
Exportaciones menos importaciones de combustibles
En millones de dólares a precios actuales
Fuente: IDESA en base a Ministerio de Economía
Estos datos muestran que la Argentina tiene condiciones para ser un país exportador neto de combustibles. Cuando aplicó políticas mínimamente racionales logró producir combustibles por encima de lo que consume. En el período 1991 – 2001 había contratos de largo plazo con empresas extractivas que generaron el superávit. En el 2002 se rompen estos contratos y, a pesar de ello, el superávit siguió creciendo hasta el 2006, momento en que empieza a declinar hasta llegar al 2013 con un severo déficit de combustibles. Entre 2015 y 2019 se trataron de recrear las condiciones para las inversiones y recuperar el superávit, pero se revirtieron con el actual gobierno volviendo al déficit energético.
El mundo ahora enfrenta una severa crisis energética por la guerra de Ucrania. Hay que tener presente que, aunque se levanten las sanciones a Rusia, la crisis persistirá porque Rusia dejó de ser para Europa un proveedor fiable de energía. La Unión Europea ya está haciendo planes para fortalecer la infraestructura de regasificación de gas licuado que tiene en la densa red de puertos que van desde el Mediterráneo hasta el Mar del Norte. En otras palabras, cualquiera sea el desenlace de la guerra, la Unión Europea ya tiene decidido no ser tan dependiente energéticamente de Rusia. Así, se convertirá en un gigante comprador de gas licuado en el mercado mundial lo que hará subir su precio.
La reconfiguración del mercado internacional debería ser una gran oportunidad para la Argentina dada su potencialidad para producir gas. Pero, paradójicamente, trae problemas. Debido a las muy malas políticas energéticas aplicadas en las últimas décadas, el país hoy es altamente dependiente del gas licuado comprado en el mercado mundial. Se ilustra de manera implacable las consecuencias de tomar decisiones de política pública de manera improvisada y cortoplacista. También queda demostrado cómo ante los rotundos fracasos, en lugar asumir los errores con autocritica, se apela a las excusas.
Las reacciones ante la crisis energética son similares a las que genera la preocupante aceleración inflacionaria. En lugar de sincerar el diagnóstico de que con el actual desorden del sector público se generan las condiciones para la alta inflación, se opta por apelar a argumentaciones desconcertantes y planteos simplistas. Estos van desde tratar de evitar los aumentos de precios “apretando” a las empresas hasta proponer eliminar la inflación pasando a la completa dolarización de la economía.
Fuente: IDESA. org