La acumulación de beneficios asistenciales en favor de las familias receptoras de la AUH discrimina a familias de similar ingreso con trabajo formal. Esto, además de inequitativo, desalienta la formalización. Por eso hay que unificar el sistema y definir los beneficios en función del ingreso familiar y no de la inserción laboral.
El sistema de asignaciones familiares nació en la década del ’50 gestionado por entidades privadas sectoriales para cubrir trabajadores en relación de dependencia. En la década de los ’90 se estatizan y se aglutinan en lo que actualmente es la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES). En el 2009 se suma la Asignación Universal por Hijo (AUH) otorgando las mismas asignaciones a los trabajadores informales, desempleados e inactivos. En el 2016 se incorporan al sistema los trabajadores del Monotributo.
A partir del 2020 se empiezan a otorgar beneficios asistenciales adicionales solamente a los receptores de la AUH. Se agregan el plan Alimentar y Ley 1.000 días y, a fines del 2023, ya con el actual gobierno, se duplicó el monto de la AUH respecto al de las asignaciones por hijo de los asalariados formales y de los monotributistas. En una llamativa coincidencia, Cristina Kirchner apoyó la decisión del presidente Milei de incrementar las prestaciones que reciben los trabajadores informales (duplicación de AUH, Alimentar y Ley 1.000 días).
¿Qué implicancias tiene sobre el mercado laboral el incremento de la AUH por sobre el monto de la asignación por hijo que reciben los trabajadores formales? Tomando como ejemplo dos familias, una con empleo formal y otra con empleo informal, con 3 hijos, uno de los cuales es menor a 3 años, los montos percibidos son los siguientes:
- En el 2019 tanto la familia con empleo formal como la informal recibía$215.000 a valor actual en concepto de asignación por hijo y AUH, respectivamente.
- En setiembre del 2024 la familia con empleo formal cobra por asignación por hijo $126.000 mientras que la familia informal recibe por AUH$390.000.
- Esto significa que por trabajar en la informalidad se recibe en concepto de asignación por hijo más de 3 veces que por trabajar en la formalidad.
Estos datos muestran una fuerte desvalorización por inflación de la asignación por hijo que cobran los trabajadores formales y un fuerte aumento de las que reciben los informales. Esto genera, por un lado, la inequidad de hogares con similares ingresos que reciben asistencia por sus hijos de montos muy disímiles solo por tener diferente inserción laboral. Por el otro, un potente desincentivo en contra del trabajo formal, sea en relación de dependencia o como Monotributista. En otras palabras, el sistema de asignaciones familiares induce a los trabajadores con menores calificaciones a mantenerse en la informalidad.
La tendencia en los últimos años, tanto con el actual gobierno como en los anteriores, es la acumulación de beneficios en la población que no tienen empleo formal. En el 2020 se estipuló que la tarjeta alimentaria se asignará automáticamente a los beneficiarios de la AUH. Luego, en el 2022, se estipuló que los beneficiarios de la AUH con hijos menores de 3 años recibirán automáticamente un complemento asistencial para la compra de leche para la madre (Ley de los 1.000 días). El proceso se intensificó en el 2024 cuando el monto de la AUH se duplicó. La acumulación es muy ineficiente desde el punto de vista de la gestión (por tener un hijo, las familias reciben tres transferencias monetarias solapadas), muy inequitativa y muy distorsiva desde el punto de vista del funcionamiento del mercado de trabajo.
Este error de política pública es una derivación de considerar que la vulnerabilidad social está asociada exclusivamente con la AUH. Se pasa por alto que las familias cuyos miembros en edad activa son asalariados o cuentapropistas formales en los tramos más bajos tienen ingresos similares a los trabajadores informales. Esto lleva a que, en muchos casos, un trabajador de menor calificación tenga una pérdida de ingresos en concepto de asignación familiar por el sólo hecho de que su empleador lo pone “en blanco” o se inscribe en el Monotributo. Dicho de otra forma, concentrar recursos en la AUH y descuidar la asignación por hijo de los trabajadores formales es promover la pobreza estructural ya que desalienta a que la gente migre hacia ocupaciones de mejor calidad.
Urge unificar el monto de la asignación por hijo. Es decir que, independientemente del tipo de inserción laboral de los adultos del hogar, el monto que cobren por sus hijos sea el mismo hasta determinado nivel de ingreso de la familia. El monto de la asignación por hijo puede ser más bajo solo para las familias con ingresos medios y altos. Sería una señal muy positiva para estimular el empleo formal, factor clave en la búsqueda de la movilidad social.
Fuente: IDESA.org