Impulso

Alfredo Garay es uno de los urbanistas argentinos más reconocidos a nivel internacional. Además de su labor profesional, trabaja como docente en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires. Ha recibido premios tanto dentro como fuera del país por su trabajo y es Máster en Urbanismo y Ordenamiento Territorial de la Universidad Libre de Bruselas.

IMPULSO entrevistó al arquitecto para saber cómo se trata el problema de los congestionamientos y la circulación de los vehículos en distintas partes del mundo.

¿Cómo se aborda en general el problema del tránsito en un área urbana?
En realidad, tránsito es mucho decir. El problema es la movilidad. Al intentar resolver la movilidad, aparece un primer dilema: apostar al transporte público o al individual. La mayoría de las ciudades del mundo optan por la primera, casi todo el esfuerzo de inversión se quiere poner en ese aspecto. Por otro lado, aquí la industria automotriz, junto con el imaginario de los habitantes, tiende a los medios individuales. Así, muchas veces te encontrás con que el desarrollo de la estructura vial tiene problemas para absorber la cantidad de vehículos que circulan.

¿Cómo se lee entonces que en Argentina se estima que habrá 700.000 autos nuevos en 2011?
Ese es un problema preocupante. Mientras el discurso político dice que se prioriza lo colectivo, la realidad es que aumenta lo individual. Crece la cantidad de autos vendidos, en algún momento también habrá que analizar lo que ocurre con motos y scooters, cuyo número es aún más importante, y para colmo en muchas ciudades han destruido el transporte público. Esto tiene consecuencias. El doble discurso no pasa inadvertido ni aunque se lo excluya de la agenda como estrategia política. Sino mire lo que está ocurriendo ahora en Buenos Aires con respecto al tema de la vivienda.

¿Cuál es el criterio con el que se elaboran las soluciones concretas?
Este no es un problema técnico, tiene que ver con una opción cultural. Es un problema político y supone una decisión de la sociedad al respecto. Cuando usted elige, prioriza una determinada modalidad de transporte. Las soluciones tienen que ver con esto y muchas veces también incluyen el trazado como una cuestión a tener en cuenta. Los anchos de calle son fijos, entonces aparece una disputa muy grande por quién va a usar ese espacio. Los peatones quieren veredas, los colectivos y bicicletas piden carriles exclusivos, los taxis pretenden circular despacio. En definitiva, es una disputa por el espacio público.

¿O sea que no se trata de tener calles más amplias?
Durante muchos años fue lo que se hizo. En Buenos Aires, en la época de los militares, se demolieron medias manzanas para ensanchar calles. Eso fue en la zona sur de la ciudad, donde sacaron casas. Curiosamente, esos barrios se deterioraron, las propiedades se desvalorizaron porque nadie quería invertir en el resto de terreno que había quedado ni construir sobre un lugar que iba a tener mucho tráfico.

¿Cómo conviene trabajar la movilidad en las ciudades entonces?
Hay distintos criterios. Algunos especialistas proponen que el tránsito debe fluir, contra lo que ocurre en muchas áreas urbanas donde se ponen semáforos que interrumpen el movimiento. Ahora bien, ¿a qué velocidad deben trasladarse? Las respuestas varían según el teórico al que se consulte. Una de las propuestas en Bélgica es que el fluir del tránsito debe ser compatible con el ritmo del peatón, de esa forma todos pueden compartir la calle sin contradicción.

¿Qué otras alternativas hay?
Otros urbanistas dicen que hay que permitir que el transporte público vaya más rápido. De esta forma se desalienta el uso de los medios personales para fomentar las opciones colectivas. Cada sociedad funciona a distintas velocidades. En nuestro caso, prioriza lo individual y también a los más ricos, los deja ir más rápido, al tiempo que dificulta el ejercicio del derecho a la movilidad para los que tienen menos recursos.

¿Cuáles han sido las experiencias más exitosas a nivel mundial?
El tema del tránsito y de la vialidad tiene que ser analizado en cuanto a las relaciones que establecemos, no se puede resolver teniendo en cuenta un sólo aspecto. En lo que hace puntualmente a las opciones de movilidad, las experiencias más exitosas han surgido de la afectación de espacios amplios, arterias troncales, en los cuales la prioridad y el traslado más ágil corresponde a los medios de transporte públicos.