Desechos de animales que se convierten en energía para minar criptomonedas, un gel que permite paliar cicatrices crónicas: estas son algunas de las ideas de emprendedores del interior del país que no sólo han llegado al mercado, sino que ahora buscan ganar escala internacional y que han expuesto en la 43 Convención Anual del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF) que se desarrolla en la ciudad de Salta.
Las criptomonedas, cuestionadas por el alto consumo de energía que requiere el “minado” que valida sus transacciones, podrían tener un futuro sustentable de la mano de Cryptogranjas.
La idea, nacida en Córdoba, no se trata de una “invención”, admite su Ceo, José Sarasola, sino que simplemente “la encontraron”. “Lo que nosotros hacemos es ayudar al medio ambiente y ganar plata al mismo tiempo, y eso se alinea con el concepto de ´economía circular´. Nosotros le damos una utilidad a la basura que, por definición, no sirve, y a esa utilidad un rédito económico”, describió Sarasola.
Con financiamiento de inversores, en diciembre planean inaugurar una planta de energía con capacidad de generación de 216 Megawatts por hora, que alimentará a 100 computadoras para minar critpomonedas.
Ese caudal de energía se generará a través del almacenamiento de estiércol y desperdicios provenientes de feed lots, granjas porcinas y granjas bovinas a través de biodigestores que, con ayuda de bacterias, producirán gas metano que alimentará un motor que genera electricidad.
Según Sarasola, se trata de la primera empresa de Latinoamérica en lograr una innovación de este tipo. “Estamos en la minería de bitcoins desde 2017 con mis cuatro socios y nos dimos cuenta que la electricidad no renovable era un problema, por lo que hace un año dijimos de cómo darle una vuelta”, explicó el CEO de Cryptogranjas.
Tras exponer en abril último en una feria en el predio de La Rural, comenzaron a recibir llamadas “para preguntar cómo invertir” y eso los llevó a “armar una estructura de fideicomiso” donde personas de todo el mundo podrán invertir en la construcción de las granjas en Córdoba, cuyo objetivo es abrirlas en diciembre próximo.
Del mismo modo, para “escalar a nivel global”, Sarasola señaló que se creará un “token” para que “personas comunes y corrientes puedan generar energía verde”. Untech, con origen en Yerba Buena, provincia de Tucumán; fue co-fundada por Rubén Salim, con experiencia en el mundo de los negocios; y Alberto Ramos, bioquímico que ha investigado por 15 años las heridas crónicas, que no logran cicatrizarse.
La enfermedad afecta a 120 millones de personas en el mundo y deriva en dolor crónico e infecciones. El gel desarrollado por Untech, compuesto de cinco moléculas y una enzima, busca brindar un paliativo a este problema de salud pública que no tiene cura atacando todos los factores que provocan la enfermedad, lo cual le ha valido premios de la Universidad de Stanford y Samsung, entre otros.
Salim, luego de haber creado cuatro startups tecnológicas, se unió con Ramos, quién necesitaba de capital para materializar la idea en el mercado, y ahora el proyecto logró la aprobación de su patente en Estados Unidos y entrará en pruebas clínicas.
“Lo más importante es que no quede simplemente en papers y eso me pareció espectacular”, dijo Salim en su exposición.
Tanto Salim como Sarasola consideraron que la Argentina es un país con potencial para el emprendurismo. “Creo que tenemos un buen ecosistema que apoya y ayuda, y que se puede mejorar”, afirmó Sarasola. En tanto, para el CEO de Untech, hacen falta más inversores: “Nosotros la primera inversión la conseguimos en Estados Unidos y quizás recién ahí empezaron a creer más acá en Argentina”, detalló.
En ese marco, para Salim “hay talento en la Argentina y una buena base de educación” y pidió que, desde el Conicet, haya una “visión más de transferencia de tecnología y no sólo de buscar conocimiento”, al igual que un “trabajo en conjunto entre el sector privado y el Estado”.