El compromiso del presidente Milei con el superávit fiscal es muy auspicioso. Hace décadas que un presidente argentino no habla de la importancia del equilibrio fiscal sin gradualismos El superávit logrado a principio de año se está esfumando. No es que se necesite más ajuste. Se necesita ordenar el Estado.
El presidente Milei y su Ministro de Economía son muy enfáticos –en todas sus apariciones públicas–en que el superávit fiscal es innegociable. Incluso la oposición dio media sanción en Diputados a una modificación de la movilidad previsional, que el gobierno había sancionado con el DNU 274/24 en marzo, estipulando que las jubilaciones se ajustarán por inflación pasada. El proyecto de ley aprobado por la oposición, incluso, bien instrumentado no aumenta el costo fiscal y le da más solidez jurídica a la fórmula de movilidad elegida por el gobierno. Pero el dogma de que el superávit fiscal no se negocia llevó al presidente a amenazar con vetar la ley, si sale sancionada.
Es entendible el fundamentalismo presidencial con el superávit fiscal. Porque como él mismo lo señala (y lo señaló en la campaña, con lo cual la gente para eso lo votó), el crónico déficit fiscal está en la raíz de la decadencia argentina. Siendo así, que el superávit fiscal sea innegociable es un principio en el que todo argentino de bien debería estar de acuerdo.
Ahora, más allá del compromiso declarativo de que el superávit no se negocia: ¿Se está manteniendo el superávit fiscal?
Veamos los datos.
Superávit fiscal
En billones de $
Fuente: LP CONSULTING en base a Ministerio de Economía
El superávit primario es la diferencia entre los recursos fiscales totales y el gasto primario del Estado. Este gasto es el que se asigna para el funcionamiento y las transferencias del Estado y la inversión pública. Excluye los pagos de intereses de deuda y los pagos de capital de deuda. Cuando uno le resta los intereses de deuda queda el superávit financiero que es el que debería utilizarse para cancelar capital de deuda y así reducir el endeudamiento público. Si en lugar de superávit hay déficit financiero significa que está creciendo el endeudamiento público.
Como dice el presidente, como la Argentina tiene crónicos déficits financieros, vive cayendo en crisis de endeudamiento por eso es el mayor “defaulteador” de la historia. De aquí la importancia que el presidente la atribuye con razón al superávit financiero.
Como se ve en el gráfico anterior, enero 2024 fue exultante. El superávit primario fue de $2 billones y el pago de intereses de $1,5 billones quedando un superávit financiero de $0,5 billones. Recuérdese que el presidente salió por la televisión para anunciar que, por primera vez desde el año 2008 (superávit financiero que fue efímero), que el Estado nacional presenta superávit financiero.
Pero a medida que transcurrió el cuatrimestre, el superávit primario se fue reduciendo hasta quedar en el mismo nivel que los intereses. Ergo, se terminó el superávit financiero.
¿Qué pasó para que el superávit financiero tuviera un pique tan corto?
Aquí lo mejor es mirar la evolución de los ingresos tributarios (90% de los ingresos totales) y del gasto primario separando el gasto corriente del gasto en capital. El gráfico de abajo es más que elocuente.
Inflación, ingresos tributarios y gasto público nacional
Incremento interanual
Fuente: LP CONSULTING en base a Ministerio de Economía
Pasó que el gobierno hizo crecer los ingresos tributarios con la inflación mientras que desaceleró los pagos por gastos corrientes y directamente “pisó” la obra pública.
Un detalle no menor que se ve en el gráfico es que, aun cuando la inflación es creciente, los ingresos tributarios crecen a tasa constante. O sea, ni la inflación tira ya crecimiento de la recaudación tributaria. En este marco, los gastos corrientes se aceleran porque se pueden posponer pagos (de prestaciones sociales, de aumentos salariales, de pago a proveedores, de subsidios económicos), pero no se puede posponer por siempre, por lo tanto, el gasto corriente va subiendo. El gasto en capital (obra pública), que se hundió en el primer trimestre, ya empieza a dar señales en abril que obras hay que seguir haciendo así que la caída es cada vez menor.
El desafío del gobierno es ordenar (no ajustar) el sector publico para que funcione mucho mejor con equilibro financiero.
Fuente: LP CONSULTING