La tercera entrega de una saga nunca es territorio fácil. En algunas ocasiones se pierde de vista el origen de la historia, haciendo que los relatos sean demasiado intrincados y oscuros, lo que se traslada incluso a la hora de mover la cámara, iluminar o fotografiar una película.
No es el caso de "Iron Man 3". En este nuevo capítulo, Shane Black, como director y guionista, tomó la decisión de mostrar al personaje de Tony Stark más como una persona y no como un súper héroe detrás de un traje de hierro.
Así como Tony Stark es Iron Man (y viceversa), Robert Downey Jr. es Tony Stark, y ya no hay vuelta atrás. Sería imposible imaginarse un episodio sin el actor.
"Iron Man 3" mantiene la calidad de los efectos especiales de los dos primeros filmes, y la aventura que debe atravesar nuestro héroe para superar todos los obstáculos se vuelve entretenida y despierta varias sonrisas y risas en los espectadores, lo que también ya es una tradición en las producciones de Marvel.
En este nuevo blockbuster, Tony Stark es más Tony Stark que nunca, demostrando su ironía en todo momento (incluso frente a un chico de diez años), su inteligencia y su arrogancia, pero también se lo ve más humano, incluso padeciendo problemas de ansiedad.
La película es puro entretenimiento a lo largo de sus más de dos horas de duración, dejándonos con la sensación de querer ver más.
(Como siempre, al final de los títulos, una escena extra para no perderse).