El Delta del río Paraná recorre los últimos 300 kilómetros del mismo y está conformado por humedales donde la vida fluye al ritmo del agua, con sus pulsos de crecidas y bajantes. Durante el año 2020, este territorio soportó incendios intencionales que afectaron más del 17% de su superficie total con grandes impactos ambientales y sociales.
La Universidad Nacional de Rosario, a través de la Plataforma de Estudios Ambientales y Sostenibilidad de la UNR, radicada en el Centro de Estudios Interdisciplinarios CEI, está llevando adelante un estudio interdisciplinario sobre el impacto de los incendios en el ecosistema de los Humedales de las Islas del Paraná, el mismo se realiza con la participación de distintos equipos de investigación de la UNR que analizan diferentes aspectos del ecosistema.
Ana Paula Carrizo y Guillermo Montero desarrollan el proyecto “Abundancia y diversidad de artrópodos epígeos de la superficie del suelo en ambientes isleños perturbados por incendios”.
“Debido a su tamaño pequeño, su gran diversidad y su alta sensibilidad a las variaciones del ambiente, los artrópodos epígeos pueden ser buenos indicadores de la heterogeneidad del hábitat, de la biodiversidad del ecosistema y del estado de estrés al que está sujeto el ambiente. En consecuencia, ciertas especies pueden utilizarse como especies indicadoras del estado general del ecosistema”, señalan los investigadores.
Los artrópodos epígeos son invertebrados de patas articuladas que caminan sobre el suelo, entran en esta clasificación muchas especies de insectos, las arañas, los 100 pies, milpiés, los cascarudos, entre otros.
La investigación se realiza en la Isla de los Mástiles, porque pertenece a la Jurisdicción de Santa Fe, y hacía posible los viajes en cuarentena, además cuenta con la característica de tener dos sectores similares, del cual uno había sido quemado y el otro no.
“Lo que hicimos fue marcar dos transectas de unos 300 metros cuadrados, uno un sauzal que había sido quemado, y el otro que no había sido tocado por el suelo. Colocamos las trampas para atrapar los bichos y las dejamos una semana, eso nos da la información de quien está caminando en un ambiente o en el otro”, señala Montero.
MÁS INDIVIDUOS, MENOS DIVERSIDAD
Inmediatamente después de un disturbio, como un incendio, se puede generar un aumento en la cantidad de especies que recolonizan rápidamente el área disturbada. Sin embargo, a medida que el tiempo pasa, muchas de estas especies pueden desaparecer y, como resultado a largo plazo, se establecen en el sitio menos cantidad de especies que las que había antes del disturbio.
Los resultados preliminares del muestreo inicial señalan que se detectaron más insectos en el sitio quemado (84% de la abundancia total), sin embargo la riqueza (número de especies presentes) no difirió entre ambientes y todos los índices de diversidad estudiados ponderan una menor diversidad en los sitios recientemente quemados.
“Se capturaron 5436 individuos de 117 morfoespecies diferentes, agrupados en 4 clases, 17 órdenes y 67 familias. La composición de especies difiere entre sitios quemados y no quemados. Solo 38 especies comparten ambos ambientes, esto indica que el efecto inicial de los incendios podría producir importantes modificaciones en la comunidad de insectos que se desplazan por la superficie del suelo”, detalla Guillermo Montero.
En el ambiente quemado, se encontró mayor cantidad de artrópodos (84% del total), pero con una menor diversidad. Además, 39 especies se encontraron solamente en este ambiente.
En el ambiente no quemado, hubo 40 especies exclusivas del mismo. Sólo 38 especies se encontraron en ambos ambientes, indicando que el efecto inicial del fuego podría producir importantes modificaciones en estas comunidades.
Otros artrópodos que se detectaron en el área quemada fueron especies que se alimentan de las plantas pioneras, aquellas que por sus adaptaciones pueden aprovechar los suelos pobres en nutrientes y rápidamente logran establecerse. Por ejemplo el gorgojo Eudiagogus episcopalis se detectó exclusivamente en el área quemada y está asociado a la acacia mansa (Sesbania punicea). El escarabajo Lysathia flavipes y la chinche Cosmoclopius poecilus presentaron mayor abundancia en este ambiente, siendo raras en el ambiente no quemado.
En referencia al ambiente no quemado, la especie más abundante fue otra hormiga, llamada hormiga argentina (Linepithema humile). Esta especie también es omnívora y puede alimentarse de insectos, carroña, heces y restos de animales, pero también de semillas y brotes de plantas. Esta hormiga, a diferencia de la hormiga argentina de fuego, suele habitar pastizales bajos y ambientes secos.
En el informe se remarca que durante el 2020 tuvimos 3 factores que afectaron a las comunidades de artrópodos en el río Paraná: los incendios, una gran sequía y una bajante muy marcada y sostenida de los niveles del río. Por lo tanto, en los ambientes no quemados, que en otra ocasión hubiesen estado repletos de vegetación verde, observamos especies que están adaptadas a ambientes secos.
“Como conclusión en esta etapa temprana post-incendio podemos decir que aumentó la cantidad de artrópodos epigeos en el sitio quemado producto de la presencia de la hormiga argentina de fuego, pero se modificaron las especies presentes y disminuyó significativamente la diversidad. Si bien estos resultados son sólo una foto, sin lugar a dudas los incendios en el Delta del río Paraná representan una problemática que continúa teniendo impactos directos e indirectos sobre el ambiente y gran parte de la población argentina. Por nuestra parte, nos comprometemos a continuar escuchando y difundiendo el testimonio de estos pequeños habitantes del humedal”, manifiestan los investigadores de la UNR.
Fuente: Plataforma de Estudios Ambientales UNR