Menores de 40 años, ingresos medio, medio alto y alto, comerciantes y profesionales independientes, familias que recién se inician y una necesidad de vivir en espacios más tranquilos y seguros, son algunas de las características de quienes deciden mudarse a un barrio privado o compran terrenos en los emprendimientos abiertos que se están desarrollando en Funes y Roldán.
“La persona que adquiere un lote en un barrio privado tiene un promedio de edad entre 35 y 45 años y un nivel de ingresos medio alto. Claro que también hay mucha gente de nivel medio que puede optar por barrios abiertos, como los que se están armando en Roldán”, contó Romina Giacomo, de Giacomo Propiedades.
La inmobiliaria está llevando adelante la comercialización de Aguadas, un barrio cerrado de Funes, a 15 minutos del centro de Rosario. “Los interesados son gente de nivel medio, ya que los lotes se financian a 5 años, para matrimonios que recién comienzan y desean adquirir el lugar para residencia. En su mayoría son comerciantes, pequeños empresarios y profesionales independientes de Rosario,” explicó.
Por su parte, Sebastián Vanzini, de Vanzini Inmobiliaria, aportó su visión a acerca de los compradores de barrios planificados como Newbery, ubicado en la zona sur de Rosario. “En general es gente de familia, joven, que desea desarrollar su vida en un entorno natural, pero sin alejarse de las comodidades de la ciudad. Nuestros emprendimientos se encuentran dentro de un entorno urbano, con áreas verdes, con un supermercado cerca, paradas de colectivos, calles pavimentadas y acceso rápido a cualquier lugar de Rosario”, expresó.
Con respecto a las edades y profesiones, el empresario explicó que hay un mix general, compuesto por comerciantes que tienen pequeñas o medianas empresas, menores de 42 años en el 80 por ciento de los casos, con hijos pequeños y que optan por comprar un espacio para construir la “casa de sus sueños”.
“Tienen un concepto definido. Son personas a las cuales no les genera valor agregado vivir en un barrio cerrado, sino que buscan estar dentro de una comunidad planificada, similar al lugar donde se criaron de chicos. Es la remembranza del barrio tradicional, donde podías andar en bicicleta y jugar en la calle”, explicó.
Domingo Criscenti, titular de Criscenti Inmobiliaria, remarcó las diferencias entre los compradores de un barrio abierto y uno cerrado. “Quien elije un barrio cerrado viene con esa búsqueda ya muy marcada y definida, primero porque cuenta con el dinero necesario para adquirir un terreno de gran valor con elevados gastos centrales, y en segundo lugar, porque están muy preocupados por el tema de la seguridad, ya sea por la actividad del esposo que lo obliga a estar todo el día fuera de la casa o por otros factores”, expresó.
“En cambio, en el barrio abierto, el potencial comprador es una persona cuyo nivel de ingreso familiar no supera los 5 mil pesos, ya que los valores son más económicos y accesibles, con otra financiación. Además, es muy marcada la diferencia a la hora de la compra. En el barrio cerrado, el pago se hace de contado y con algunas cuotas en dólares, mientras que en el barrio abierto, la venta es financiada en pesos”, remarcó Criscenti.
En lo que refiere a rango etario también hay algunas diferencias. En un barrio cerrado como los que se encuentran en Rosario o Fisherton, las familias son jóvenes con hijos muy chicos que desean tener cierta tranquilidad. En cambio, aquellos que deciden adquirir un lote en los desarrollos abiertos de Funes o Roldán, tienen hijos un poco más grandes y están agotados de Rosario y de vivir encerrados entre cuatro paredes. Aspiran a tener un espacio abierto con parque, parrillero y grandes áreas de esparcimiento.
Según manifestó Criscenti, estas localidades han dejado de ser opciones para el fin de semana, para convertirse en lugares de residencia permanente.