El sistema tributario argentino es extremadamente intrincado. La principal razón es que los tres niveles del Estado (nacional, provincial y municipal) gravan a los ciudadanos con sus propios impuestos de manera superpuesta y descoordinada. Una de las consecuencias es que hay más de 150 impuestos con montos de recaudación muy dispar. Dado que un puñado de impuestos genera la mayor parte de la recaudación total, el planteo del gobierno es simplificar el sistema eliminando los restantes tributos que aportan muy poco en términos de recaudación.
Se estima que en el 2024 la presión tributaria total, sumando la nacional y provincial y excluyendo a los aportes y contribuciones a la seguridad social, ascendió al 20% del PBI. Dentro de esta masa de recaudación se destacan por su volumen los cuatro principales impuestos nacionales que son IVA, Ganancias, Cheque y Derechos de Exportación. A estos se suma el principal impuesto de las provincias que es Ingresos Brutos. Estos 5 impuestos explican el 87% de la presión tributaria total.
Según el Ministerio de Economía se observa que estos 5 impuestos que más recaudan tienen la siguiente característica:
- IVA y Ganancias explican el 54% de la presión tributaria total y se distribuyen por la coparticipación aproximadamente mitad para la Nación y mitad para las provincias.
- Cheque y Derechos de Exportación recaudan el 12%de la presión tributaria total y financian sólo a la Nación.
- Ingresos Brutos recauda el 21%de la presión tributaria total y financia a las provincias.
Estos datos muestran que el problema no es solo la exagerada cantidad de impuestos, sino que 3 de los 5 impuestos que más recaudan son extremadamente distorsivos. Cheque, Derechos de Exportación e Ingresos Brutos generan un tercio de la presión tributaria total y es imprescindible eliminarlos para preservar la competitividad de la producción nacional. En consecuencia, la simplificación del sistema impositivo pasa no solo por eliminar el exceso de impuestos sino fundamentalmente por ordenar los 5 impuestos que más recaudan.Lo más desafiante es eliminar los 3 impuestos más distorsivos (Cheque, Derechos de Exportación e Ingresos Brutos) y establecer un esquema consistente de distribución entre niveles de gobierno y entre las provincias entre sí. Esto implica que la reforma tributaria tiene que ir necesariamente junto con el replanteo del régimen de coparticipación.
Una manera de desenmarañar el perverso esquema vigente es establecer que todo el IVA se destine a las provincias y la totalidad de la recaudación de Ganancias a la Nación. Este cambio es bastante neutral porque lo que la Nación deja de recibir por IVA lo compensa casi en su totalidad por la parte de Ganancias que dejan de recibir las provincias. De esta forma, se abre el espacio para que la Nación elimine Cheque y Derechos de Exportación. Un elemento acompañante central de este cambio es que la Nación debe renunciar a realizar cualquier gasto solapado con las provincias, es decir, gastos en infraestructura intraprovincial y municipal y gastos en servicios sociales provinciales. Esto es algo que ya se comenzó a implementar al reducir sustancialmente las transferencias no automáticas a las provincias.
Otro componente medular de la reforma es establecer que el IVA absorba Ingresos Brutos y tasas municipales y se reparta entre las provincias con el mismo criterio que actualmente se utiliza para distribuir Ingresos Brutos. Esto es, por las ventas realizadas al interior de cada provincia el 100% del “super IVA” queda en la provincia y en las ventas interprovinciales se distribuye 50% en la provincia de origen y 50% en la provincia de destino.
El punto de partida para la implementación de este esquema es la firma de un Acuerdo de Coordinación Fiscal que ordene la distribución de funciones entre niveles de gobierno y la distribución de potestades tributarias. El acuerdo no necesita el apoyo unánime de todas las provincias sino una adhesión mayoritaria. Para las provincias más rezagas, cuya base impositiva del “super IVA” puede resultar –al principio– insuficiente para compensar lo que hoy reciben de coparticipación, hay que prever un Fondo de Convergencia que les compense la diferencia.Pero condicionado a un plan de saneamiento fiscal y a una estrategia de desarrollo.
Fuente: IDESA.org