Desde principio de año, rosarinos y rosarinas fueron testigos de una de las peores temporadas de quemas intencionales de pastizales en las islas entrerrianas, que motivaron una causa en la que Rosario será querellante. Incluso con pandemia y cuarentena de por medio, los focos frecuentes y de extensión masiva a lo largo de la costa del Paraná afectaron con el humo a la ciudad de Rosario y las localidades vecinas de Alvear, Pueblo Esther, Villa Constitución y Fray Luis Beltrán, entre otras.
Pero sobre todo, este tipo de actos indiscriminados genera un daño permanente sobre el valioso ecosistema del humedal del río Paraná. “Es uno de los más importantes del mundo”, afirma la periodista rosarina Jorgelina Hiba, especialista en ambiente, quien explica las características e importancia de este entorno natural, y las graves consecuencias de su destrucción.
“Argentina tiene casi la cuarta parte de su territorio que es un humedal. El que nos referencia y nos define culturalmente, productivamente, históricamente y desde la biodiversidad es el humedal del río Paraná. Tenemos mucha suerte de poder vivir al lado de un río y de un sistema de islas como el pre Delta”, contextualiza Hiba.
Si bien el río Paraná y su línea costera constituyen una de las principales marcas identitarias y atractivos centrales de la ciudad, el aporte del humedal no se da “sólo en relación al paisaje” sino a través de los desapercibidos pero fundamentales “servicios ecosistémicos”.
“El humedal, el sistema de islas, el propio río, sirve para regular o para atemperar por ejemplo los cursos de temperaturas extremas, que va a ser muy importante en un contexto de crisis climática global, de calentamiento que por supuesto impacta en nuestra región. Nos aporta una cantidad de biodiversidad increíble en aves, en anfibios, en reptiles, en peces y esto tiene usos productivos, recreativos, turísticos. Los humedales también nos aportan oxígeno, agua, alimentos”, desarrolla la periodista.
En este sentido, el contexto de quemas actual “es el doble o el triple de grave porque además en lo inmediato genera efectos negativos a mediano y a largo plazo que vamos a ir viendo con el tiempo”.
Entre los múltiples y diversos impactos, el más registrado por los habitantes de este lado del Paraná es la presencia masiva de humo. Según estudios realizados por la UNR, “en un día con enorme cantidad de focos, la calidad del aire de Rosario quintuplicaba los niveles de particulado contaminantes permitidos, o sea el aire estaba hasta cinco veces peor de lo que debería estar para ser un aire de buena calidad”. En un contexto de pandemia asociada además a afecciones respiratorias, esto puede tener consecuencias muy complejas a nivel sanitario.
ECOCIDIO: MUCHO MÁS QUE PASTIZALES
Sin embargo, el efecto más severo de las quemas es el que genera a largo plazo sobre el humedal, y que por las dimensiones alcanzadas, algunos califican como ecocidio. En lo que va del año, “se registraron más de 8000 focos en el Delta del Paraná, que va el norte de la ciudad de Santa Fe hasta la zona de San Fernando en la provincia de Buenos Aires” alcanzando así un número récord en la última década. Además, considerando solo la zona frente al Gran Rosario, se estima que se han quemado por lo menos 500 kilómetros cuadrados, “una superficie que equivale más o menos tres veces la superficie de Rosario”.
Es frecuente la caracterización de los incendios en las islas como “quema de pastizales”, lo cual puede hacer suponer que se trata de porciones irrelevantes de terreno. “El humedal mismo tiene varios subsistemas, varios paisajes dentro del paisaje. Y hay un paisaje que es el de los pastizales que no es igual al pastizal del campo o el de la llanura que es el que más vemos cuando estamos de este lado de la orilla”, explica Hiba, sino que se trata de un “sistema de agua, tierra y laguna”.
Esto genera “una mortandad de un montón de fauna que les es más difícil desplazarse rápido, como reptiles, anfibios, algunos mamíferos. En definitiva, una enorme pérdida de biodiversidad que todavía no está del todo cuantificada” pero que cuando pueda determinarse “va a ser impactante”.
Incluso las aves, que “no sufren en el primer momento por su posibilidad de desplazarse”, se ven gravemente afectadas. “El Paraná es un corredor biológico muy grande de migración de aves que hacen el recorrido del norte al sur, de Brasil hasta la Patagonia, sobre todo en los cambios de estación, otoño y primavera, entonces hay muchas especies de aves migratorias que van a encontrar su lugar de destino destruido, donde buscan su alimento, donde se reproducen, no va a estar más”.
“El ecocidio es una figura bien gráfica para entender que estamos hablando de un problema ambiental enorme”, asegura Hiba. De todas maneras, “no es todavía una figura tipificada por el delito” por lo que las personas causantes del daño contra su propio hábitat no podrán ser juzgadas por eso.