Las personas con discapacidad intelectual, y quienes los acompañan, enfrentan grandes retos desde sus primeros días. Por eso, cuando cumplir con necesidades tan básicas cuesta tanto, pensar en los desafíos de la vida adulta parece una utopía.
Todos los días nos enfrentamos a distintas situaciones que solemos sortear con más o menos dificultades, como cumplir con nuestros trabajos, mantener nuestro hogar, llevar adelante relaciones familiares o vínculos afectivos saludables. Sin embargo, los jóvenes con discapacidad intelectual presentan mayores dificultades para sortear estos desafíos y aun peor, en ciertas ocasiones no tienen oportunidad si quiera de hacerlo, ya que el contexto no se los posibilita.
Partamos de la base de que las personas con discapacidad intelectual, y quienes los acompañan, enfrentan grandes retos desde sus primeros días.
Poder asistir a una escuela convencional, establecer amistades, participar de actividades deportivas o recreativas, puede llegar a resultar una odisea. Por eso, cuando cumplir con necesidades tan básicas cuesta tanto, pensar en los desafíos de la vida adulta parece una utopía.
Actualmente, gracias a los aportes de diferentes agrupaciones internacionales y asociaciones de familias, se entiende a la discapacidad intelectual desde un nuevo paradigma, una nueva perspectiva socio-ecológica y multidimensional, que pone especial hincapié en el contexto en el cual dichas personas se desarrollan.
Ya no se concibe a la discapacidad como un mero rasgo de la persona, sino que se establece este modelo en el cual la concepción se basa en la interacción de la persona y el contexto. Entonces, las barreras o los apoyos que el entorno pueda proporcionar son cruciales para su desarrollo pleno, autonomía y autovalimiento.
Está claro que si hacemos una evaluación objetiva de la situación que viven actualmente los jóvenes con discapacidad intelectual en nuestro país, veremos las desventajas y falta de oportunidades que se encuentran con respecto al resto de las personas. Solemos escuchar mensajes cargados de pre conceptos alrededor de sus dificultades o capacidades lo que provoca que deban enfrentarse cotidianamente al estigma, discriminación o incluso, a la falta de posibilidades reales, además de sufrir el prejuicio respecto de su capacidad para establecer vínculos afectivos o emocionales significativos.
En nuestra sociedad, el empleo y los vínculos interpersonales son fundamentales, tanto para la integración social plena como para el desarrollo personal. Como muchos, los jóvenes con discapacidad intelectual consideran el trabajo y los vínculos sociales como algo muy importante y necesario para sus vidas, pero la falta de oportunidades junto a la desinformación termina generando un mayor perjuicio sobre ellos.
Entonces, ¿Cómo cambiamos esta realidad? ¿Podemos hacer algo para que estos desafíos sean solo desafíos y no barreras? En primer lugar, esta nueva efeméride nos abre la puerta para debatir sobre el tema y plantearnos la posibilidad de visibilizar una realidad que a veces se esconde bajo la alfombra, para desmitificar muchos prejuicios. En segundo lugar, nos da la posibilidad de informar respecto de la discapacidad intelectual.
La experiencia demuestra que las personas con discapacidad intelectual pueden mejorar significativamente su desempeño siempre que reciban los apoyos necesarios y estén inmersas en un entorno enriquecedor, en el que deban poner en práctica las habilidades y capacidades que van adquiriendo. Por eso, es importante consultar con profesionales que permitan brindar las herramientas adecuadas para acompañar durante todos los procesos y desafíos que deban enfrentar en el transcurso de su vida. Además, podemos comenzar generando entornos inclusivos que brinden las mismas posibilidades a todos los jóvenes por igual y así potenciar el desarrollo de las personas con discapacidad intelectual para que puedan tener una vida plena.
Aceptar y trabajar sobre la diferencia permite brindar a cada uno lo que realmente necesita; tratamientos y apoyos significativos que derriben las barreras, potencien su desarrollo y permitan una participación activa y plena de cada individuo.
Fuente: Télan por Pilar Prado Fossati, Lic, en Psicopedagogía Neuropsicología del Departamento Neuropsicología Adultos del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO).