La industria de la construcción, desarrolladoras, urbanistas y arquitectos se enfrentan al gran desafío de alcanzar la eficiencia energética en la diversidad de viviendas y edificaciones que coexisten en las grandes urbes; en línea con la tendencia hacia una construcción más sustentable; con menor impacto ambiental desde la instancia de proyección y construcción hasta el usuario final que demanda hogares más ecofriendly.
La eficiencia energética es uno de los ejes principales dentro la planificación urbana y el cambio climático, que toma cada vez más relevancia en diferentes aspectos de la vida cotidiana y está en agenda de entidades públicas y privadas que ven la necesidad de aplicar nuevas estrategias para lograr reducir el consumo de energías no renovables y potenciar prácticas más amigables con el medioambiente.
En este sentido, por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas incorpora dentro de sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ejes como “Salud y bienestar” (3), “energía asequible y no contaminante” (7), “ciudades y comunidades sostenibles” (11), “Producción y consumo responsable” (12) que refieren más específicamente al impacto de las urbanizaciones en el mundo y la construcción.
Según la ONU en su declaración de ODS, las áreas metropolitanas contribuyen aproximadamente al 60% del PIB global, aunque también generan cerca del 70% de las emisiones de carbono mundiales y la energía resulta fundamental para casi todos los grandes desafíos y oportunidades a los que hace frente el mundo actualmente.
El sector de la construcción no queda exento de esta responsabilidad y debe afrontar el reto de mejorar la calidad de vida de las ciudades, sin perjudicar el medioambiente, o minimizando su impacto. Uno de los puntos centrales hacia una construcción más sustentable es la elección de materiales adecuados que permitan una óptima aislación termoacústica y una reducción exponencial del consumo de energía de fuentes no renovables.
Los perfiles de PVC garantizan una baja conductividad térmica, su diseño multicámara, el sistema de cierre perimetral y el uso de doble vidriado hermético – todas, partes de la ventana- pueden lograr en su conjunto una disminución de más del 50% de las pérdidas de energía producidas a través de las aberturas, logrando reducir el consumo de energías no renovables para climatizar (y calefaccionar) los ambientes del hogar. A su vez preserva la calidad del aire interior de los espacios ya que es un material estable, seguro, inerte y de larga vida útil, pudiendo alcanzar los 100 años de utilidad.
La toma de conciencia ambiental es sin dudas parte fundamental para el sector de la construcción, y las empresas ya invierten y apuestan al crecimiento del PVC en la industria argentina y la región en pos del ahorro de energía y el uso racional de los recursos.