Este jueves y viernes comenzó en el Centro de Justicia Penal la audiencia contra Nicolás “Pupito” Avalle y otros siete integrantes de una célula de Los Monos, que fueron acusados por dos homicidios y por haber ejecutado la resonante balacera de diciembre pasado contra el edificio de Canal 3. La imputación -que continuará el lunes por la abundante información colectada- estuvo a cargo de los fiscales Valeria Haurigot, Franco Carbone, Federico Rébola, Alejandro Ferlazzo y Patricio Saldutti, que ordenaron la realización de 22 allanamientos el último martes, para avanzar con la investigación que venían llevando adelante hace varios meses y producir varias detenciones.
Sobre Avalle, sindicado como presunto líder del grupo, los fiscales presentaron evidencias que lo muestran como instigador de los delitos imputados. Desde la cárcel federal de Ezeiza, vía WhatsApp, mantenía comunicaciones a toda hora en las que encargó la ejecución de dos homicidios y el mencionado ataque a la empresa periodística.
Parte de lo que se incorporó en la audiencia fue un documento de casi 700 páginas con desgrabaciones de interés para la causa, realizado por personal del Ministerio Público de la acusación y del equipo de balaceras de la Agencia de Investigación Criminal. El teléfono del cual surgieron las pruebas fue uno de los que se le secuestró a Avalle durante una requisa solicitada por los fiscales el último 12 de diciembre. Aquel día, se encontraron varios celulares escondidos en la cerradura de la celda en Ezeiza. ¿Pudo haberlo hecho sin complicidad del personal carcelario? Es una respuesta urgente que debería dar Amelia Garrigós de Rébori, interventora del Servicio Penitenciario Federal.
De acuerdo a las evidencias que presentaron por los fiscales, hubo un intercambio permanente entre “Pupito” y su ladero Maxi Benítez. Este último es el joven que había resultado detenido en enero pasado, acusado de haber prendido fuego el frente de la Asociación Empleados de Comercio, en pleno centro de Rosario y la sede del Sindicato de Recibidores de Granos.
En los chats se registra el encargo de balaceras a la sede de la Agencia de Investigación Criminal, a una Comisaría, se habla sobre compra de armas y robo de autos, entre otros delitos. Y según lo que se demostró durante la audiencia de este jueves y viernes, Benítez era quien hacía de vínculo entre las órdenes que le mandaba Avalle desde la cárcel, buscando sicarios y tira tiros en la zona sur de Rosario para distintas acciones violentas.
El crimen de Puente Gallego
Uno de los homicidios que el cabecilla de Los Monos mandó a ejecutar fue el pasado 3 de diciembre. Ese día jugaron Argentina y Australia por los octavos de final del mundial. La noche anterior, hasta muy tarde, Avalle y Benítez hablaban sobre cómo organizar el crimen: a quien querían matar era a Miguel Angel Roulin, en el barrio Puente Gallego. ¿El motivo? Que les habían dicho que estaba vendiendo droga en una zona sus matadores sentían como propia.
En uno de los chats, discuten sobre quién debe ser el sicario del día siguiente, ya que el crimen debe hacerse en un pasillo. Ya habían pasado las doce de la noche. “Lo podemos hacer mañana durante el partido, porque ahora yo vine acá a buscar unos pibes y no hay nadie. Y tiene que manejar otro, porque no lo van a conocer. Tengo que entrar yo sí o sí”.
El plan era asesinarlo mientras jugaba la selección. Desde la cárcel, Avalle sugiere: “Lo podemos hacer mañana durante el partido, que cuando se escuchen los cohetes van a ser las bombas, menos preventiva”. Del otro lado llega la respuesta: “Y sí, esa es la cabida trolo. Cuando estén en pleno partido. Porque no va a haber nadie en la calle, nada. Y el loco va a estar re instalado mirando el partido, ¿me entendés? Cosa que entre y chau, le re pegue“.
Al otro día, a la hora del partido de la Scaloneta, los sicarios llegan hasta Puente Gallego al lugar elegido, pero no encuentran a nadie. Deciden volver a la noche y ahí sí, encuentran a Roulin. Lo matan y graban la escena, para poder mandarle a “Pupito” y que autorice el pago por el hecho. Benítez le envía en ese momento a su jefe en la cárcel un estremecedor audio: “Ya lo puse, ya lo puse”.
En el video, se escuchan los disparos y luego alguien que dice: “Chau, ahí quedó”. Benítez lo envía por WhatsApp a la cárcel Ezeiza y después un audio más: “Sabés cómo salpicaba sangre pa arriba! Me manchó todo el auto”. Son las 23.38. Y desde la cárcel Avalle le dice: “Andá a la casa de mi mamá que te van a dar los 80 palos”, en referencia a los ochenta mil pesos que había salido el ataque. Pero al día siguiente, Benítez reclama un pago adicional, cuando se confirma la noticia de que Roulin había fallecido. El de “allá arriba” es referencia -para los fiscales- del pedido hacia Leandro “Pollo” Vinardi, que sería el jefe de Avalle. Está detenido en la misma cárcel federal.
Mientras se realizaba la audiencia imputativa, una fuente judicial aseguró que hoy la familia Roulin está viviendo en otra provincia. “Debieron mudarse del barrio, llenos de miedo tras la muerte de Miguel Angel. Su mujer y sus hijos se fueron a vivir al norte del país”, dijeron a RedBoing. El mismo Puente Gallego fue noticia en estos días por un tiroteo frente al Centro de Salud del barrio, que terminó con pacientes y médicos escondidos debajo de las camillas de los consultorios. Los vecinos afirmaron al día siguiente que escuchar balazos es cosa de todos los días. Y la disputa por la venta de droga, como en otros barrios calientes de la ciudad, es el telón de fondo de estos hechos.