El enfoque contractual en cuestión es el que intenta utilizar Argentina en la operación de restructuración.
El Club de París, que agrupa a los acreedores gubernamentales, dejó entrever que apoya el enfoque contractual de aplicar Cláusulas de Acción Colectiva (CAC) mejoradas, para emisiones de deuda de los países.
Se trata del enfoque que pretende utilizar la Argentina para la nueva operación de reestructuración de la deuda que se encuentra en plena negociación, mientras que los inversores piden la utilización de las CAC que aplicó el país en 2005.
Aquellas cláusulas fueron de “primera generación“ y más favorables a los intereses de inversores, en términos de constitución de mayorías, en caso de un eventual incumplimiento en los pagos.
El director gerente y asesor general de la Asociación Internacional del Mercado de Capitales (ICMA), Leland Goss, escribió en la memoria anual del Club de París un artículo acerca de la cuestión.
La nota se refiere a la utilización de “las nuevas cláusulas estándar de acción colectiva (CAC), una nueva cláusula pari passu junto con cláusulas de compromiso de acreedores actualizadas para su uso en nuevos contratos de bonos soberanos“, asumidas por los acreedores en 2014, según recordó Goss.
Remarcó en ese sentido que “este fue un gran esfuerzo grupal con el apoyo del sector privado, así como del G20 (Grupo de los Veinte), el FMI (Fondo Monetario Internacional), el Banco de Francia, el Club de París, el Tesoro de los Estados Unidos y otras organizaciones oficiales del sector“.
Desde entonces, agregó el experto, “los gobiernos de todo el mundo han adoptado las nuevas cláusulas CAC y pari passu en aproximadamente el 90% de todas las nuevas emisiones de bonos soberanos, un logro significativo“.
Goss puntualizó que “los nuevos términos del contrato surgieron en respuesta a la acción de los acreedores holdout y su capacidad para frustrar y potencialmente derrotar la reestructuración de una deuda soberana exitosa“.
Agregó que la disputa actual entre la Argentina y los acreedores con mora en sus cobros, junto con la crisis de deuda de Grecia, “mostró el potencial de problemas de capital entre acreedores que podrían retrasar las reestructuraciones y tener implicaciones sistémicas para el sistema financiero global“.
Télam