La hiperinflación es la combinación de emisión monetaria desenfrenada con caída de la demanda de dinero por parte de la gente. Este es el escenario en el que asumió el Presidente Milei. El plan de baja de inflación se está concretando y el gobierno debe seguir recuperando la demanda de pesos genuina. La estrategia: el aumento del crédito bancario al sector privado.
El déficit del Tesoro era creciente –por lo que demandaba cantidades crecientes de emisión monetaria–, los pasivos remunerados habían tomado vida propia –por los altos intereses que pagaban– y la demanda de dinero –M2 y pasivos remunerados– se había desplomado. Este es el umbral de la hiperinflación, como incansablemente lo señalan el Presidente Milei y su Ministro de Economía. El desafío era cerrar el grifo de la emisión monetaria al Tesoro, desarmar la bola de nieve de los pasivos remunerados y recuperar la demanda de dinero.
Varios analistas y economistas vaticinaban que había dos alternativas para desarmar la bola de nieve: a) “Plan Bonex” como en 1989 donde todos los plazos fijos se convierten a títulos de largo plazo en dólares del Tesoro; b) soltar la hiperinflación para que la bola de nieve se licúe.
El nuevo gobierno optó por un Plan C. Plan de alto riesgo pero que, hasta ahora, salió bien. Cerró desde el minuto cero el grifo del Banco Central al Tesoro y bajó la tasa de interés de los pasivos remunerados para licuarlos; con el alto riesgo de que los pasivos remunerados se pasaran al dólar paralelo lo que hubiera desatado la hiperinflación, que estaba amenazante. Ciertamente que, en paralelo, el gobierno convenció a los grandes inversores que cambien los pasivos remunerados por nuevos títulos del Tesoro –cuya tasa de interés no era negativa– y los ahorristas veían complicado pasar sus plazos fijos a dólar blue en gran parte por la dificultades logísticas que plantean los billetes de tan baja denominación. La cuestión es que la tasa de inflación empezó a ceder, las expectativas de inflación futura también, por lo que la bola de nieve se desarmó y la licuación de plazos fijos se atenuó una vez que la tasa de inflación mensual cedió. La operación, en principio, salió bien.
¿Y la demanda de dinero genuina (M2)?
La estrategia del gobierno para recuperar la demanda genuina de dinero es a través del crédito al sector privado.
El gobierno apunta a que, con superávit fiscal, el Tesoro deja de “chupar” financiamiento del mercado y con equilibrio cuasi-fiscal –desarmada la bola de nieve– el Banco Central deja de “chupar” financiamiento del mercado. Así las cosas, el crédito bancario debería canalizarse a préstamos al sector privado para reactivar la economía y así recuperar el M2.
El Gráfico 1 muestra cómo andamos con esta estrategia.
Gráfico 1. Préstamos bancarios al sector privado
En billones de pesos a precios actuales
Fuente: LP CONSULTING en base a BCRA
A partir de abril 2024 se observa un proceso sostenido de crecimiento de los créditos bancarios al sector privado. El lado bueno es que crece sostenidamente. El lado incierto es que todavía está muy bajo. Está al nivel del 2005 – 2006 cuando el país todavía sufría los resabios del “corralito” del 2001 y la “pesificación asimétrica” del 2002.
Hay que ver cómo sigue esta historia, aunque lo que queda claro es que desde la salida de la convertibilidad hemos cometido los mismos errores que llevaron a la convertibilidad en su momento (desquicio fiscal, monetario y crediticio) y vuelto al punto de partida.
El gobierno debe seguir consolidando el superávit fiscal, seguir generando confianza en los mercados, y por sobre todo mostrar solidez en el sistema cambiario para evitar colapsos en la balanza de pagos.
Quedan pendiente las reformas estructurales dictaminadas en el pacto de mayo, que son claves para lograr un mejor régimen tributario y laboral entre otras cosas, para poder dar certezas al sector privado para poder incrementar las inversiones.
Fuente: LP CONSULTING