El derrumbe del edificio en Miami reavivó el debate sobre las construcciones a orillas del mar

Por Impulso

Mar del Plata y Villa Gesell albergaron las tragedias más recientes. Funcionarios del área piden cambios en la legislación y profundizar las inspecciones durante la construcción.

El derrumbe de la torre Champlain, en Surfside, Miami; que paralizó al mundo entero, reavivó el debate sobre la construcción a orillas del mar y todo lo que implica en cuanto a legislaciones y controles en edificios.

En la Argentina, Mar del Plata y Villa Gesell albergan los antecedentes más graves y recientes.

“El derrumbe de Miami es un llamado de atención. Un edificio en una zona costera, sísmica y de huracanes tiene un grado de seguridad que atiende a todas esas cuestiones al momento de la construcción. Si en Florida y en los Estados Unidos, con la cantidad de controles que hay, hubo un siniestro de esas características, debemos estar alertas”, subraya Nicolás Valdez, director de Inspección de Edificios Privados y Espacios Públicos de Villa Gesell.

El organismo se creó a partir de lo sucedido en el edificio “Gufi Yiyo”, ubicado frente al mar: allí, en enero de 2020, se desplomaron tres balcones y de milagro no hubo heridos.

En diciembre de 2018, un incidente similar sacudió a Mar del Plata: dos balcones de un edificio ubicado en Punta Mogotes se desprendieron y mataron a Agustina Ferró, de 35 años, y a India Luzardi, su hija de apenas 3 años. Más cerca en el tiempo, el 31 de julio de 2020, María Gómez murió al caérsele un trozo de la mampostería de un balcón en la cabeza. Tenía 48 años y, al igual que Agustina e India, justo caminaba por la vereda en el momento del derrumbe.

En el Partido de General Pueyrredón, los edificios de más de 10 metros de altura y 10 años de antigüedad, quedan incluidos en los alcances del Decreto 1745/02 y por la Ordenanza N° 12.562, que contemplan la obligatoriedad del mantenimiento y control de los edificios.

Establece que los propietarios de los edificios incluidos en la ordenanza están obligados a verificar periódicamente, reparar y mantener en buen estado de conservación los siguientes elementos constructivos dispuestos en fachadas y muros divisorios expuestos: balcones; parapetos de terrazas y azoteas; barandas, barandales y balaustres; ornamentos superpuestos aplicados o en voladizos a fachadas y muros externos; soportes, marquesinas y toldos; estructura resistente expuesta en fachadas y medianeras; antepechos, muretes y cargas perimetrales de azoteas y terrazas; carteles y maceteros; enlucidos, paneles premoldeados, mármoles, azulejos, cerámicos, maderas, chapas metálicas y todo otro tipo de revestimiento utilizado en la construcción. También alcanza a desagües, ventilaciones, instalaciones de aire acondicionado y cualquier elemento adicional a las fachadas.

La normativa rige desde 1997 y por estos días alcanza a 3504 edificios de Mar del Plata. Su correlato son informes que deben ser actualizados cada tres años. “Es una reglamentación que corresponde a las envolventes de los edificios y no a sus estructuras interiores”, aclararon desde la Secretaría de Obras y Planeamiento Urbano, a cargo de Jorge González. En “La Feliz” hay por estos días 2062 informes vigentes, 2434 cedulas de notificaciones enviadas y 119 obras en ejecución.

Villa Gesell tiene una ordenanza similar hace 19 años y, según Valdez, necesita una actualización. Pero su reclamo va más allá. “Una zona que tenga incidencia de cloruro de sodio o vientos fuertes amerita otra ordenanza y un análisis más profundo. La Provincia se debe una ley antisiniestral que contemple el mantenimiento de edificios en zonas costeras. No tenemos una ley provincial sobre conservación de edificios”, advierte. Y agrega: “En la Argentina es clave profundizar los controles durante la construcción”.

Más allá de obras sobre arena o roca, y amén de los vientos que caracterizan a las zonas costeras, los elementos a ser contemplados en el mantenimiento de un edificio alcanzan incluso a las temperaturas. “Acá puede haber 54 grados sobre un hormigón durante el día, y 3 grados a la noche. Esa diferencia influye y es característica de estas zonas”, continúa Valdez.

Cómo se construye y conserva un edificio a orillas del mar

“Cuando construís un edificio, primero lo construís en un papel”, grafica Rubén Estévez, de la compañía Estévez e Hijos, que existe hace 78 años en Mar del Plata. “Ahí sacás el peso total en edificio, con sobrecargas, cargas dinámicas y otros elementos. Ese peso se distribuye dividiéndolo por la superficie de apoyo. Primero se hacen las columnas y las bases, donde se descarga el peso. Y las basen descargan el peso en el sustrato”, explica.

Previo a la construcción de un edificio, primero se efectúa un análisis sobre la tierra y un ingeniero calcula la tensión admisible: es decir, la tensión máxima que puede soportar un elemento antes que alcance una situación crítica en cuanto a su seguridad. la medición se realiza en metros cuadrados. Y en los edificios a orillas del mar, construidos sobre arena, “hay que tener en cuenta las mareas”, apunta Estévez.

“Las mareas van por abajo de la arena. Cuando sube el mar, moja la arena. Y cuando la marea baja, siempre se lleva arena. Y eso va haciendo socavones, conductos donde va pasando la arena. Esa arena que se va, le quita fricción al pilote. Y al quitarle fricción al pilote, disminuye la resistencia al peso de todo el edificio”, describe.

Otro aspecto clave es la antigüedad de los edificios, lo cual impacta sobre los controles y su periodicidad. Según Valdez, en Villa Gesell, “las primeras construcciones tienen 89 años. Esos edificios fueron construidos sobre arena, con hierro de la posguerra y con otro tipo de cemento. Se construía con otros métodos y empleando otra forma de cálculo. Hay materiales que ya se dejaron de utilizar y otros que van a correr la misma suerte con el tiempo”.

Imágenes: Gentileza

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