Si hay un referente en el básquetbol argentino ese es Julio Lamas, reconocido mundialmente, el ex técnico de la selección de Japón dio una charla en el estadio cubierto ante la atenta mirada del público en general, más la presencia de Ignacio Scocco,: Maximiliano Rodríguez, Fernando Belluschi y varios dirigentes de Newell’s.
El entrenador arrancó con la base de su trabajo en el comienzo de su gestión “Hay un pacto fundamental, jugar para el equipo y no para uno mismo. Se los pido a todos los integrantes en privado y después a todos juntos. Porque el equipo es de todos, si está bien, todo va bien y nos vamos a ver beneficiados. Trato de generar un deseo de progreso personal en el jugador. El pacto lo hacen los jugadores con el club”
En el vestuario explicó que tiene una frase de cabecera, que es “Todos los jugadores quieren ganar, lo importante es saber que están dispuestos a hacer para conseguirlo” y posteriormente la explicó “Esta frase la pongo en el vestuario, es muy importante para mí. Porque hay que controlar los egos personales y el egoísmo”
Remarcó otras de sus frases cabeceras ” ‘No hay excusas’ otra frase que pongo detrás de mí silla. No le pido a los jugadores resultados, sino rendimiento, porque sé que si hay una cosa va a llegar la otra. Entrenando todo el día y dejando todo en la cancha, eso es rendimiento”.
El ex DT de Real Madrid entre otros equipos, recalcó la importancia de saber administrar el talento “En la gestión pongo reglas para llevar la cotidianeidad, acordamos el sistema de juego y cómo va a funcionar la comunicación, se acuerda y se hace cumplir hasta el final de la temporada. En el deporte hay que tener en claro que gestionamos talento. Todos tenemos talentos”.
“Un equipo es superior a la suma de las partes, hay una energía cuando todos hacen las cosas. Es muy bueno que haya diversidad, de que el jugador por momentos piense distinto que yo. No es lo mismo un jugador que tiene 23 años con uno de 35, o al que le gusta una música distinta, por eso hay que saber manejar la diversidad” con esta frase cerró una jugosa charla Julio Lamas, ante el aplauso del público presente en el estadio Cubierto Claudio Newell.