El acuerdo entre la Nación y la mayoría de las provincias suspendiendo definitivamente el cronograma de reducción gradual de impuestos previsto en el Consenso Fiscal del 2017 generó confusas e intensas polémicas. Prevalecieron acusaciones y argumentos contradictorios en un tema estratégico, como es el sistema impositivo, de cara a la necesidad de cortar con la profunda involución que sufre la Argentina.
Es ampliamente reconocido que el sistema tributario argentino está mal organizado. En los países desarrollados los tres principales impuestos con los que se financia el Estado son el impuesto a las ventas (generalmente, utilizan el IVA), a los ingresos (en la Argentina denominado Ganancias) y a la riqueza. En la Argentina, por el contrario, se aplican una amplia y variada cantidad de impuestos, al punto tal que solo la mitad de la recaudación impositiva viene de estos tres tipos de impuestos. Un caso notable es el impuesto sobre los Ingresos Brutos. Se trata de un impuesto que aplican las provincias sobre las ventas de manera superpuesta al IVA que se aplica a nivel nacional.
Ingresos Brutos es un tributo mucho más rudimentario que el IVA. Por ello, resulta pertinente analizar cuánto aportan a la recaudación total y cuáles han sido las tendencias en los últimos años. Según datos del Ministerio de Economía se observa que:
- La presión impositiva total (nacional más provincial) pasó de 24% en el 2004 a 29% del PBI en el 2020.
- El IVA en el 2004 representaba el 26% de la recaudación total y bajó al 24% en el 2020.
- Ingresos Brutos aumentó del 10% al 13% de la recaudación en el mismo período.
Fuente: IDESA en base a Ministerio de Economía
Estos datos muestran que Ingresos Brutos tiene una alta y creciente participación en la recaudación total cuando lo recomendable es fortalecer el IVA. Esta situación atenta contra las posibilidades de desarrollo y aporta otra evidencia de la hipocresía prevaleciente en la sociedad argentina. Por un lado, se declama a favor de un sistema tributario más neutral y progresivo. Por el otro, se apela a un impuesto altamente distorsivo. La explicación es que con Ingresos Brutos es más fácil recaudar y más fácil de ocultar su presencia a los ojos de los ciudadanos, que son los contribuyentes finales.
El Consenso Fiscal firmado en el 2017 tenía el objetivo declarado de revertir esta situación. Una de sus principales disposiciones era disminuir gradualmente las alícuotas del impuesto a los Ingresos Brutos. La lógica era que el impacto negativo de la reducción de alícuotas se compensaría con el efecto expansivo que tendría el crecimiento económico. El planteo es atractivo desde el punto de vista del discurso político. Pero inconsistente desde el punto de vista técnico. Si el diagnóstico es que la economía no crece porque el sistema tributario es malo, es ilógico hacer el supuesto de que la economía crezca primero para bajar los malos impuestos que son los que impiden que la economía crezca.
La última adenda firmada es el reconocimiento del fracaso de esta estrategia del gradualismo. Esto debe motorizar la búsqueda de una estrategia alternativa. La vía más interesante es unificar tributos tendiendo hacia un sistema con menos impuestos y que sean menos distorsivos. En el caso de los impuestos a las ventas, claramente el IVA es superior a Ingresos Brutos. Por lo tanto, en lugar de dilapidar esfuerzos en polémicas inconducentes, es recomendable eliminar Ingresos Brutos y compensar la pérdida de recaudación con una alícuota más elevada en el IVA. Se suele argumentar que la alícuota del IVA ya es alta como para seguir aumentándola. Pero unificando no se aumenta la presión impositiva sobre las ventas, sino que se transparenta y se aplica con un solo impuesto menos distorsivos.
Curiosamente, los aspectos más positivos de esta última adenda al Consenso Fiscal –y que fueron los menos comentados– son los compromisos para avanzar en la unificación de impuestos. Por ejemplo, revisar el régimen de pequeños contribuyentes (el Monotributo Unificado que unifica el IVA e Ingresos Brutos para los pequeños contribuyentes) y promover el Registro Único de Contribuyentes. De cara al objetivo de ordenar el sistema tributario estos son los temas que merecen ocupar un rol más central.
Fuente: IDESA.org