La Argentina estuvo históricamente signada por el contraste entra la pampa húmeda y el norte pobre. En los últimos 30 años esto cambió. Gracias al emprendedurismo, la pujanza y la tecnología, el norte argentino pudo subirse al tren del campo argentino más productivo. Sólo falta que el Estado argentino deje de ponerle piedras en la vía al tren
En la Argentina prevalece la idea del contraste entre la riqueza natural dada por la fertilidad de la pampa húmeda (Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y La Pampa) y la debilidad agropecuaria de las provincias del norte (Santiago del Estero, Corrientes, Misiones Chaco, Formosa, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy). Si bien esta es una imagen que se condice con la realidad histórica, los cierto es que en los últimos 30 años cambió sensiblemente.
Los cultivos tradicionales que demarcaron este contraste entre pampa húmeda y el norte fueron históricamente el trigo y el maíz. Sin embargo, desde la incorporación y desarrollo de la soja dentro de los cultivos tradicionales es cuando se empieza a observar una sostenida expansión y un cambio productivo en las provincias del norte. Esto se puede observar en el gráfico debajo.
Área sembrada de trigo, maíz y soja
1991 – 2021
Fuente: LP CONSULTING en base a MAGyP
En 1991, cuando comienza la convertibilidad y la estabilidad económica, el área sembrada de trigo, maíz y soja era de 12 millones de hectáreas donde las provincias del norte participaban con apenas el 5%. Allí se inicia un proceso de expansión en todas las provincias con un claro despegue de las provincias del norte.
En el 2001, cuando termina la convertibilidad, el área total sembrada de estos tres cultivos ya era de 22 millones (o sea, había crecido en 10 millones de hectáreas) donde las provincias del norte pasaron a participar con el 13%. En las provincias del norte, el área cultivada pasó de 700 mil a 2,7 millones de hectáreas. O sea, aportaron 2 de los 10 millones de nuevas hectáreas sembradas.
La década que comienza en el 2002 estuvo signada por el alto tipo de cambio real y el boom de los precios internacionales. En el gráfico se puede observar que se acelera la producción en todas las provincias, pero con especial énfasis en las nuevas áreas, que son las provincias del norte. El área sembrada total creció a 28 millones de hectáreas donde las provincias del norte pasaron a 4,4 millones, es decir, pasaron a representar un 16% del total. Lo importante es que, mientras el área total se expandió en 6 millones de hectáreas, las provincias del norte contribuyeron con 1,7 millones.
Este cambio es el que hizo patente la prosperidad en los pueblos y localidades del interior de las provincias no tradicionales para los cultivos tradicionales. En particular, Santiago del Estero, Chaco y Salta.
El fin del tipo de cambio real alto y la bonanza internacional a partir del 2012 no fue óbice para seguir expandiendo el área sembrada, llegando a nuestros días con 32 millones de hectáreas sembradas de trigo, maíz y soja. Las provincias del norte ya no se expanden más que el resto, sino que se estabilizaron en 4,7 millones de hectáreas. De todas formas, en 30 años hubo un cambio estructural en el campo del norte argentino.
Algunos se preguntan si este cambio no tuvo una contracara negativa de la “sojizacion”. Los datos señalan que la “sojización” se dio durante el período del tipo de cambio alto con el boom de los precios internacionales (2001/2 – 2011/12). En la década que pasó la expansión fue diferencial en maíz y trigo. Así, la soja volvió a representar la mitad del área sembrada con maíz y trigo en la otra mitad, una composición no muy diferente a la que había en 1991/2 cuando empieza el período bajo análisis. Teniendo en cuenta que el área sembrada total pasó de 12 a 32 millones de hectáreas, si bien hay un aumento en la participación de la soja, el crecimiento del trigo y el maíz ha sido muy considerable.
Composición del área sembrada
Fuente: LP CONSULTING en base a MAGyP
La revolución tecnológica
En realidad, lo que hubo fue una revolución tecnológica. Toda la ciencia y técnica incorporada a las semillas, a los fertilizantes, a los herbicidas y a los métodos de producción hicieron que el campo argentino, no sólo se expanda en áreas donde nuestros abuelos la tomaban como impensable (las provincias del norte), sino que además fue con un sostenido aumento de la productividad.
Tomando la soja, que es el cultivo mayoritario y posiblemente más tecnológico, se observa que en las tres últimas décadas los rindes por provincia fueron bastante parejos y crecieron igualmente parejos. Si bien las áreas de la pampa húmeda muestran un diferencial respecto a las provincias del norte, lo cierto es que es pequeño y que las provincias del norte siguieron el aumento del ritmo de aumento de la productividad del resto. Esto es producto del avance tecnológico incorporado al campo.
Soja: superficie cultivada y rindes promedios
Fuente: LP CONSULTING en base a MAGyP
El sabor amargo que queda es cómo la Argentina puede desaprovechar este enorme potencial de desarrollo productivo y regional, como es el campo, por sus agresivas políticas urbanas contra la actividad agropecuaria.
Alta carga impositiva general de los tres niveles de gobierno (nacional, provincial y municipal), alta carga impositiva específica (derechos de exportación), pobre desarrollo de infraestructura (hidrovía con bajo mantenimiento), altos costos de logística (camión en lugar de tren y barcaza) y regulaciones muy engorrosas que sólo buscan complejizar más que facilitar.
Contra todos estos vientos y mareas, el campo argentino siguió creciendo en la pampa húmeda y se abrió paso en las provincias del norte, históricamente poco fértiles, pero que con emprendedurismo, pujanza y tecnología lograron cambiar la historia.
Si las políticas públicas ayudaran, la Argentina sería una potencia mundial agro-industrializadora.
Fuente: LP CONSULTING