Una de las principales características de la nueva utilización de este material es la posibilidad de encontrar en su geometría y en su técnica diversas habilidades.
A diferencia de lo que sucede con muchos otros materiales, el desarrollo y modernización de las cualidades del ladrillo no significó una pérdida en sus capacidades expresivas, sino que por el contrario, las potenció manteniendo sus valores identitarios y comunicacionales tradicionales y encontrando nuevas y diversas formas de aplicación dentro del universo arquitectónico.
El ladrillo aparece como un recurso versátil y la heterogeneidad de su aplicación genera infinidad de usos: muros estructurales, tabiques, cerramientos, tamices, envolventes, pieles, cubiertas, bóvedas, cúpulas, solados, y hasta casos en los cuales se aplica como único material permiten visualizar la gran adaptabilidad de este material a los requerimientos particulares de cada obra.
Su utilización aparece a partir de diversos edificios utilitarios construidos en el país como los docks, las usinas, las fábricas y los edificios de almacenaje, donde la aplicación del ladrillo empezó a consolidar un lenguaje propio.
Posteriormente, la arquitectura ferroviara, con sus pequeñas estaciones suburbanas y el equipamiento domestico destinado al personal marcó un rol fundamental en la utilización de este material en su expresión vista.
UTILIZACIÓN HETEROGÉNEA
En una segunda instancia, la fabricación industrializada y la incorporación de los ladrillos huecos y bloques cerámicos potenció la amplia difusión de esta tecnología en el campo de la vivienda autogestionada en las áreas suburbanas de clases medias bajas, con un posterior traslado a la vivienda individual pintoresquista de los suburbios residenciales porteños y las estaciones de veraneo para las clases altas en la costa atlántica o en las sierras cordobesas.
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