Elecciones en EEUU: ¿Cómo es su sistema electoral?

Para elegir presidente Estados Unidos utiliza una metodología indirecta y descentralizada con voto optativo. Este martes definen a su próximo mandatario entre Trump y Biden.

A primera vista las elecciones en Estados Unidos pueden ser interpretadas como parecidas a las de la Argentina; sin embargo, una mirada más profunda revela un sistema completamente descentralizado, indirecto y con voto optativo.

La primera gran diferencia es que los candidatos y los partidos políticos no sólo deben convencer a los ciudadanos de que los voten, sino que además consumen una parte importante de sus recursos en campañas para incentivarlos y ayudarlos a registrarse en el padrón electoral.

A diferencia de la Argentina, el Estado no construye de oficio el padrón electoral con los nombres de todos aquellos ciudadanos con edad suficiente para votar. Los estadounidenses que quieran participar de los comicios, deben registrarse primero.

Y las reglas no son simples ni las mismas para todo el país.

Cada uno de los 50 estados dicta sus propias reglas y plazos para registrarse y votar, y este año como nunca antes, en gran parte por la pandemia, las normas se flexibilizaron y ampliaron, especialmente para votar de manera anticipada y por correo.

Pero, aún si la persona se tomó el trabajo de registrarse para votar, no es seguro que luego lo haga. El voto es optativo.

La segunda característica distintiva del sistema estadounidense es que se vota un martes, un día hábil, en el que las empresas y las oficinas públicas trabajan como si fuera una jornada normal.

Originalmente, cuando la potencia mundial era aún un país mayormente agrícola, se eligió este día de la semana para dar tiempo a los ciudadanos a asistir a la misa del domingo y luego viajar durante el día lunes hasta los pueblos y ciudades donde estaban los centros de votación.

Hace cuatro años, solo un 58% de las personas en condiciones legales de registrarse para votar efectivamente participaron de la elección presidencial que terminó con la victoria del actual mandatario y candidato a la reelección, Donald Trump.

Este número fue similar al de la elección presidencial anterior, con la reelección de Barack Obama, y más de cuatro porcentuales menos que en 2008, cuando el primer mandatario negro de la historia del país fue electo.

Este año, muchas organizaciones y hasta empresas realizaron campañas para que los empleadores den el día libre -o al menos unas horas- para que sus trabajadores puedan votar sin sufrir descuentos.

Y la tercera y última gran diferencia del sistema electoral estadounidense es que, aún cuando pueda existir una gran movilización electoral en parte del país:

El resultado final de los comicios presidenciales no siempre representa la voluntad de la mayoría de los votos.

En la historia, cinco presidentes asumieron sin ganar el voto popular, dos de ellos en las últimas dos décadas: George W. Bush en 2000 y Trump en 2016.

La razón es que la elección presidencial es indirecta.

Los ciudadanos votan por los electores de su estado que luego serán parte del llamado colegio electoral, que un mes después, en diciembre, elegirá finalmente al candidato ganador, como sucedía en la Argentina antes de la reforma constitucional de 1994.

En Estados Unidos, cada estado elige a un número de electores para el colegio electoral, según su número de habitantes en el último censo: es la sumatoria del número de congresistas y los senadores que aporta en el Congreso federal.

El estado que más electores aporta es California con 55, mientras que Wyoming y la pequeña capital, Washington DC, apenas eligen tres cada uno.

Excepto por los estados de Nebraska -cuatro electores- y Maine -dos electores-, en todos los estados el partido que gana se lleva todos los electores, no se dividen proporcionalmente.

En total, los 50 estados aportan 538 representantes en el colegio electoral y un candidato debe tener el apoyo de la mitad más uno, 270, para convertirse en el presidente de Estados Unidos.