Elvio Gandolfo: “Deseo que la Feria del Libro de Rosario perdure y prevalezca”

El escritor, traductor y periodista cultural, es el gran homenajeado de la edición rosarina de 2019. Este viernes brindó la conferencia inaugural de la gran fiesta de la lectura.

Elvio Gandolfo es escritor, traductor y periodista cultural. Nació en 1947 en Mendoza, y ese mismo año se mudó a Rosario, por lo cual la considera su verdadera ciudad natal. Entre libros de poesía, columnas, cuentos y traducciones, se inmiscuyó en el mundo de las letras y la narración desde muy temprana edad. Por eso y mucho más, este año fue elegido para ser homenajeado en la Feria Internacional del Libro de Rosario. Este viernes formó parte de la conferencia de apertura, “Las ciudades internas, donde brindó diversas declaraciones.

Tal como el nombre de la conferencia sugiere, el autor relató cómo cada fragmento y texto producido lo ayudaron a desandar las diferentes ciudades donde vivió, desde lo más profundo y emocional de las mismas. Rosario, Montevideo y Buenos Aires muestran, en cada referencia, una época, un contexto y un sentimiento diferente. Sin embargo, algo perdura. “La manía del cambio total, veloz, definitivo, típica del siglo XX y mucho más del XXI, no alcanza a borrar los bolsones de resistencia tenaz de lo que era y sigue siendo a nivel visual y concreto“, sostuvo Gandolfo.

Todo comenzó en una de sus vacaciones en Río Tercero, donde Gandolfo se topó con el “Ulises” de Joyce, aunque sólo comprendió un 60 por ciento de la lectura. El autor se encontró con una descripción múltiple y suculenta de una ciudad y se decidió a hacer algo propio. Joyce se compenetró tanto con aquellos detalles que llevaron a que nuestro escritor se percatara de que nadie había hablado así sobre cualquier ciudad, en particular de la suya.Ayudaba a que esa ciudad se volviera interna para siempre, dejaba de ser inalcanzable, como yo sentía a menudo, y se convertía en un aparato complejo, infinito pero manejable“, describió.

Y así fue que escribió su primera novela, con casi 200 páginas. “Volaba cuando escribía lo que conocía, los estudios de inglés que se hacía en el Anglo, los delirios que sentía con una profesora, la estación fluvial, casi único sitio del río al que se podía acceder, más o menos cercano, en aquel entonces“, comentó. Pero, para superar el Ulises de Joyce, agregó otras escenas innumerables y geniales. Ante ello ejemplificó: “Había una larga secuencia aérea con una manifestación que era reprimida por la policía, por ejemplo, o divagues filosóficos o intelectuales sin puntuación. O fragmentos tan incomprensibles como aquel 40 por ciento que me había quedado en la oscuridad de la lectura“.

Recorrer narrativamente cada una de sus ciudades lo volvió más atento y observador. Así es que juega con aquellas versiones memorísticas y la realidad actual, en donde se apasiona por detallar los cambios pero, principalmente, lo que continúa en pie.  Sobre ello, profundizó: “Cuando llego a Rosario en ómnibus por Boulevard Oroño, me suelo fijar en el pasillo del 3671 donde vivimos tantos años con mi familia y sigue en pie. Hoy he pasado por el mismo lugar de calle San Juan, que sigue teniendo la misma tienda, la misma ferretería, la misma vidriera“. Y así, cada ciudad tiene esos rincones de pertenencia que hicieron y hacen que el escritor navegue por sus recuerdos y se anime a detallar o caricaturizar los eventos nuevos que vuelve única a cada una de ellas.

Finalmente, mencionó que cuando la directora General de Entidades y Organismos de la Secretaría de Cultura, Susana Dezorzi, lo llamó para invitarlo a la Feria del Libro, le dijo sin vacilar “sí quiero”. Y concluyó: “Ahora, ante el comienzo de esta feria renacida, trataré de escribir para mostrar que Rosario, Montevideo y la Buenos Aires de los barrios prevalecerán. Y deseo, hoy, que la propia Feria del Libro de Rosario también perdure y prevalezca“. Y ojalá así sea.