Graciela Borges es la principal estrella de un elenco de grandes figuras en la última película de Juan José Campanella “El cuento de las comadrejas”, la comedia negra que se estrenó este jueves en Rosario. La actriz interpreta a Mara Ordaz, una diva del cine argentino de otra época, premiada con una especie de Oscar, que vive con su esposo y tres amigos en una vieja casona alejada de la ciudad y que con la llegada de dos jóvenes que quieren la Mansión, sueña con la posibilidad de volver a trabajar.
El director y la actriz trabajan por primera vez juntos en esta remake de “Los muchachos de antes no usaban arsénico”, el clásico del cine argentino de 1976, dirigido por José Martínez Suárez. Ella es el hilo conductor de la historia donde comparte elenco con Luis Brandoni, Oscar Martínez, Marcos Mundstock, Nicolás Francella y la actriz española Clara Lago, en una película que rinde homenaje al cine en una historia de humor negro, suspenso, excelentes diálogos y formidables actuaciones.
Graciela Borges elige asiduamente la ciudad de Rosario para visitarla, recorrerla, visitar amigos, o aceptar invitaciones. De hecho la describe de manera única como su lugar favorito: “Rosario es una ciudad con fuego, tiene sangre, para lo bueno, para lo malo, para cuando está bien, cuando hay drama, tiene una vitalidad única, hay artistas, hay rinconcitos, todo junto, es holístico. Es muy difícil que haya un rosarino que no tenga algo de artista, es la ciudad más completa de la Argentina”.
A la hora de hablar del film especifica detalles sobre lo que viven los personajes en la historia de amor y humor: “¡Ojala al público le guste! Creo que es una película esperanzadora, graciosa, que tiene mucho humor. Son estos personajes que viven en esa casona por más de treinta años, ella esta retirada hace mucho, mira sus films en una salita que se ha preparado para eso. Es una persona que vive vegetando, y clave es que no se haya mirado al espejo, no se arregla el pelo, está deteriorada total, tendría menos arrugas si usara una crema, la hicimos bien a ultranza de que estuviera vieja mal. Y en un momento cuando llegan estos jóvenes, ella recapacita sobre su existencia y dice esto soy yo ahora. Ellos le plantean que puede cambiar y volver a ser la que era, lo toma en serio y da mucha ternura. La película tiene ese humor negro tan interesante, que si no se capta eso creo que no se capta la película que es casi un chiste”.
TRAMA. La historia se desarrolla en una Mansión de lujo, alejada de la ciudad, en la que viven Mara (Graciela Borges), una notable actriz de la época dorada del cine argentino pero ya olvidada. Junto a ella su esposo, que también fue actor y que se dedica a la pintura y la escultura (Luis Brandoni). Además conviven un reconocido guionista (Marcos Mundstock) y el director de las películas que ella protagonizó (Oscar Martínez). Aunque no se llevan del todo bien, y todo el tiempo discuten con ironías y bromas, pero logran soportarse.
En un momento llegan dos jóvenes (Clara Lago y Nicolás Francella), que son grandes admiradores de la actriz, pero de a poco develaran su oscura intención: “Los trabajos son estupendos, los varones están increíbles, Clara Lago también, porque es española y hace un personaje que no parece para nada una gallega, que es la actriz de ‘Ocho apellidos vascos’, y fue glorioso hacer esta película. Tuvimos muchas dificultades, porque la filmamos en invierno siendo que transcurre en verano, y todos los exteriores eran en camisita finita, sobre todo la mía, y dos grados bajo cero”.
En relación a trabajar por primera vez con Campanella en un papel que parece hecho a su medida, y a la composición de Mara reveló: “Creo que yo lo entendí al personaje. Una está cómoda con un personaje cuando al principio esta incómoda. Me pregunto ¿Qué es este personaje? Y digo es una estrella, debe tener un ego increíble, no se parece en nada a mí y lo pude trabajar seria y tranquilamente, porque no creo en lo de diva y en toda esta cosa. Y de a poco vas tomando su ritmo; en un momento dado te parece que podes ser, y sos, ante ese tiempo. Entonces todo lo que diga el director, que agregue, es por añadidura” cuenta la actriz en el devenir de su interpretación.
“Lo repito mucho porque es así la manera de crear un personaje. Me encanto hacerlo y me gusto todo el tema de ternura en ella cuando le traen la propuesta de volver a actuar. ¿En qué va a volver? Después de un espacio de tiempo tan grande, la gente la olvidó, está deteriorada. Y hay una frase que ella responde cuando le preguntaron si pensó en volver que dice: cada minuto, de cada hora, de cada día, de cada mes. Y a pesar de que ella a veces es perversa, tiene una niña interior que la hace querer, y juega con la hermana y la amiga a que le entregan el Oscar”.
LA FORMAS DE FILMAR. DESDE AQUELLAS A ESTAS. Graciela Borges filmo esta película el año pasado después de “La quietud” de Pablo Trapero. No para de trabajar, por esto ante la pregunta hizo referencia a la forma de filmar actualmente en digital, que, a diferencia de otras épocas, son mucho más extensas y cansadoras: “Antes se filmaba, ahora se graba, y es fuerte eso. Porque antes había que cuidar el material, y yo era actriz de primera o segunda toma, porque además me gusta más eso. Ahora durante treinta y dos veces repetís la misma secuencia; entonces pregunto que está mal para no volver a hacerlo, y me contestan que es el perfeccionismo que buscan los directores, porque después hago un juego, como una coreografía; ese es el cine actual”.
Por último la actriz vuelve y remarca el humor presente en el film y como éste fue la clave para aceptar el personaje: “Yo me reí mucho cuando leí el guion, es raro porque yo no me rio, me gustó mucho. Tiene un humor negro elevado, no es graciosa en el sentido de la gracia americana donde hay un chiste y la gente se ríe, no es eso, tiene un chiste oscuro. Los personajes tienen un venero que sueltan cosas que son geniales. Pasa con el personaje de Marcos Mundstock, que le dice todo el tiempo con sarcasmo no ves porque te quiero tanto; se martirizan todo el tiempo pero en definitiva se quieren”.