El concreto que absorbe e irradia la luz solar, y la concentración de personas, automóviles y maquinarias aumentan las temperaturas generando un veloz crecimiento en la demanda de unidades de aire acondicionado.
Según una estadística desarrollada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, alrededor de 40% de la energía consumida por los edificios en todo el mundo se usa para calefacción y refrigeración de espacios.
La refrigeración de espacios se encuentra entre los usos finales de edificios de más rápido crecimiento, a medida que suben las temperaturas, crece la población y mejoran los niveles de vida, por lo tanto se necesitará una multiplicidad de soluciones para proporcionar confort térmico y proteger la salud humana.
Los sistemas de refrigeración activa deben ser más limpios y eficientes mientras se diseñen edificios con una refrigeración pasiva y se incluyan soluciones basadas en la naturaleza en edificios y espacios públicos urbanos; además será necesario pasar de la noción de enfriamiento del espacio a una noción de confort térmico.
Al implementar estrategias de enfriamiento limpio, las ciudades no solo pueden reducir la demanda de este servicio, sino también alinear sus políticas con otras áreas de importancia, como la calidad del aire, la salud pública y la resiliencia energética.
TENDENCIA PARA REDUCIR EL CALOR EN LAS CIUDADES
Las ciudades están trabajando en soluciones innovadoras, como la ampliación de las iniciativas de enfriamiento de distrito, techos y fachadas verdes, y paisajismo urbano con soluciones basadas en la naturaleza, como los corredores verdes, una oferta bien articulada de espacios públicos.
Los materiales de construcción de base biológica, que tienen un impacto climático más bajo que el hormigón y almacenan menos calor, también ofrecen un potencial real para mejorar las paredes perimetrales de los edificios.
Si bien el concreto es una opción, su producción es extremadamente intensiva en energía: de 8% a 10% de las emisiones mundiales de CO₂ provienen del cemento.
Está claro que las ciudades tienen un amplio menú de opciones para elegir, pueden predicar con el ejemplo a través de contrataciones sostenibles en sus propios edificios, emitir estándares de desempeño, usar su autoridad de planificación y establecer alianzas con el sector privado.
Al aprovechar estas alternativas, los gobiernos locales pueden reducir el calor en las ciudades y ayudar a encaminar al mundo hacia un futuro más fresco.