Los contenedores conocidos principalmente para transportar mercadería por barco, encontraron en la actualidad la innovadora función de construir espacios habitables explotando características sumamente importantes como resistencia, durabilidad, optimización en los plazos de obra e incluso sustentabilidad.
En primer lugar, hay una utilización óptima de los recursos debido a que el uso de materiales de construcción tradicionales como la madera, el hormigón, el yeso de revestimiento, el agua y el vidrio aislante se reduce al mínimo.
El 90 por ciento de la obra se realiza en una planta industrial y el 10 por ciento restante, las instalaciones de la casa y los servicios públicos, se ejecuta en el terreno.
Los tiempos de construcción se reducen notablemente llegando a demorar 90 días en realizar una unidad de 80 metros cuadrados.
Por otra parte, este método constructivo reduce los costos un 40 por ciento respecto del método tradicional ya que en un entorno cerrado como la planta industrial los trabajadores no tienen que trasladarse, no hay inclemencias climáticas y las casas se fabrican en serie por mano de obra especializada en cada rubro.
El uso del agua en el proceso es nulo, frente al gran gasto hídrico que conlleva la construcción tradicional en hormigón y ladrillo.
Ocurre lo mismo en el gasto eléctrico, ya que al venir construidos no se gasta en su fabricación y posteriormente se pueden diseñar pensando en reducir los consumos.
Frente a estas ventajas, uno de los inconvenientes de este tipo de estructuras es su estrechez y su rigidez, que hace necesario adaptar el proyecto arquitectónico a sus dimensiones.