Para el próximo gobierno revertir el atraso de los precios regulados será más difícil que contener la brecha cambiaria. En ambientes inflacionarios es común que los precios regulados se retrasen respecto a la inflación porque las autoridades suelen ser remisas a ajustarlos para no sumar impopularidad al efecto mismo del aumento general de precios. Por esta razón, cuando un gobierno se propone bajar la inflación tiene que pagar el precio de la impopularidad de ajustar los precios regulados postergada por su antecesor.
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) se conforma de 3 índices. Los precios núcleos, que son aquellos de los bienes y servicios que se determinan en el mercado y que no son estacionales, los estacionales que son básicamente las frutas y verduras, y los regulados que son los de los servicios públicos.
La forma de ver el retraso de los “precios regulados” es comparándolos con los “precios núcleos”. Esto es lo que se presenta a continuación.
Precios núcleos, precios regulados y salarios
Corregidos por IPC / 2017 = 100
Fuente: LP CONSULTING en base a INDEC y MECON
Para visualizar mejor la comparación se corrigieron las variables por el IPC promedio. Como se observa, los precios núcleos se mueven casi como el IPC promedio mientras que los precios regulados tuvieron un comportamiento particular. Entre los años 2018 y 2019 los precios regulados crecieron más que el IPC promedio. Esto fue producto de los ajustes tarifarios que abordó Cambiemos y que se los recuerda como una de las políticas más impopulares que abordó el anterior gobierno. Tanto es así que el actual gobierno revertió esta política y volvió a retrasar los precios regulados.
Hoy los “precios regulados” tienen un retraso de 20% respecto a 2017 y casi del 30% respecto a 2018 y 2019, cuando los precios regulados estaban sincerados. Esto señala el desafío que deberá abordar el próximo gobierno con el tema de los precios regulados.
Pero la verdadera magnitud de este desafío se visualiza mejor comparando con el retraso de los salarios. No es novedad que los salarios también se retrasaron con la inflación, pero hay una clara divergencia entre los salarios de las clases medias (salario formal) y el de los hogares más humildes (salario informal).
En el caso de los salarios formales, el retraso es más o menos similar al de los precios regulados. Esto implica que el sinceramiento tarifario va a ser bastante antipático para las clases medias que verán que las tarifas se sinceran pero no así sus salarios. Eventualmente, si la inflación se desacelera, los salarios formales se recuperarán, pero el timing no es el más adecuado para ellas. Primero se sinceran las tarifas y luego lo hace el salario formal sólo si cede la inflación.
En donde va a caer más que antipático el sinceramiento tarifario es en los hogares más humildes que viven del salario informal. El salario informal está casi un 40% atrasado respecto al 2017, con lo cual un sinceramiento tarifario va a golpear fuerte a los hogares de menores ingresos. Ciertamente que el sinceramiento deberá venir con algún esquema de “tarifa social”, pero difícilmente una tarifa social sea suficiente para compensar dado que el retraso salarial de los informales ya es mayor al retraso tarifario. En este segmento el sinceramiento va a resultar muy antipopular.
Otra perspectiva que permite ver el desafío tarifario es compararlo con otra variable muy rezagada que convoca todo el interés. Se trata del retraso del dólar oficial.
En el gráfico a continuación se presenta el “dólar oficial” ajustado por el dólar paralelo (que es otra forma de observar la brecha cambiaria) y los “precios regulados” ajustados también por dólar paralelo.
Dólar oficial y precios regulados
Ajustados por dólar paralelo / 2017 = 100
Fuente: LP CONSULTING en base a INDEC y MECON
Lo que se observa es que entre el 2018 y el 2019, cuando se produjo la crisis cambiaria y los saltos del dólar, que en aquellos años era tipo de cambio único, no había brecha cambiaria pero los precios regulados sí se deterioraban en términos de dólares. A partir del 2019 comienza la brecha cambiaria debido a que se vuelve al desdoblamiento cambiario y se profundiza el retraso tarifario.
En la actualidad el retraso del dólar oficial es del 50% respecto al dólar paralelo (que es lo mismo que decir que la brecha del dólar paralelo es del 100% respecto al dólar oficial) mientras que el retraso tarifario es de 60% respecto al dólar paralelo. Esto muestra que más desafiante que achicar el dólar oficial es achicar el retraso de los precios regulados.
Retraso tarifario y demagogia
El retraso tarifario ilustra como ninguna otra variable los costos de la demagogia. No hay política más demagógica que tener alta inflación y congelar precios de la energía y el transporte público. Esto lleva incluso a la gente a tomar decisiones equivocadas, como sobre-invertir en dispositivos que consumen mucha energía (splits, por ejemplo), mantener prendidas las estufas a gas con las puertas abiertas en días templados cercanos al invierno, o bien acostumbrarse a que el transporte público sea barato aun cuando sus costos son altos en términos de combustible consumido y emisiones que dañan el ambiente.
Estas decisiones y acostumbramiento son los que potencian la impopularidad de los sinceramientos tarifarios cuando se hace inevitable tener que abordarlos.
Este será un nuevo desafío que deberá afrontar el próximo gobierno.
Fuente: LP CONSULTING