La Lic. en Fonoaudiología Natalia Agut brinda detalles y recomendaciones sobre el cuidado de la audición en el marco del 3 de marzo que es el Día Mundial de la Audición, fecha establecida por la Organización Mundial de la Salud desde 2017, luego de la primera conferencia internacional de prevención y rehabilitación del déficit auditivo.
Desde entonces, cada campaña propone informar sobre la importancia del cuidado de la audición en las diferentes etapas de la vida.
El lema elegido para este año es: “Para oír de por vida, escucha con cuidado”. Haciendo énfasis en la prevención de las alteraciones auditivas, mediante la escucha segura.
La iniciativa busca concientizar acerca de la importancia de reducir el riesgo que genera la exposición a sonidos potencialmente nocivos, en el ámbito de las actividades recreativas.
La exposición a niveles excesivos de ruido en los lugares de trabajo siempre fue considerada una de las principales causas de trastornos auditivos en el mundo. Sin embargo, en las últimas décadas, el ruido en las actividades de ocio ha aumentado de tal modo, que se ha convertido en una seria amenaza que acecha a la población en general. La exposición excesiva a sonidos fuertes de cualquier tipo puede afectar a la audición.
Numerosos estudios han demostrado que los adolescentes, población más expuesta a actividades recreativas ruidosas de alta intensidad, como el uso de dispositivos de escucha personal, la concurrencia a recitales y entornos con ruido intenso; corren el riesgo de perder la audición décadas antes que las generaciones anteriores.
El oído humano es muy vulnerable al ruido y puede lesionarse
Esto puede ocurrir por exposición aguda al ruido, causada por una energía sonora concentrada aplicada en un solo instante, de intensidad suficiente para dañarlo instantáneamente y por la acción acumulativa, a través del tiempo, de una energía sonora suficiente como para producir una lesión. Pudiendo ocasionar en ambos casos, daños permanentes en las células sensoriales del oído, originando una reducción de la capacidad auditiva de la persona.
En los casos en que el daño auditivo es gradual, es posible que al inicio, se ignore o pase por alto las señales.
En estas situaciones se pueden experimentar zumbidos en los oídos (acúfenos) o, con el tiempo, puede que resulte difícil la discriminación en algunas conversaciones, especialmente en entornos ruidosos. Generando además, otros síntomas extra-auditivos en el organismo. Una pérdida auditiva mínima podría afectar la interacción social, las habilidades de comunicación, el comportamiento, el desarrollo emocional y el rendimiento académico.
El atractivo de la estimulación a altas intensidades sonoras, no es sólo de carácter social, sino que median algunos efectos sobre el organismo, como la secreción de hormonas como la adrenalina y la noradrenalina, generando un estado de sobreexcitación que incita a la repetición de un hábito potencialmente dañino para el sistema auditivo.
Incluso, en la mayoría de los casos, el ruido no es percibido como riesgoso, ni molesto, por las personas expuestas.
Mundialmente millones de personas llevan a cabo prácticas de escucha insegura, es decir a elevadas intensidades sonoras o durante periodos prolongados de tiempo, arriesgándose a sufrir daños auditivos irreparables.
La intensidad del sonido (presión sonora o volumen) se mide en unidades llamadas decibeles. La dosis máxima admisible de ruido, que establece la legislación laboral argentina (para 8 horas de trabajo) es de 85 decibeles. No obstante, los límites son aplicables a otras situaciones del ámbito recreativo, en que el sonido puede tener efectos perjudiciales.
No solo sonidos intensos
Los sonidos también pueden ser nocivos, aun cuando no son tan intensos, si se está expuesto durante períodos de tiempo muy largos. La magnitud del daño auditivo dependerá de la cantidad de energía acústica que actúe en el oído, es decir, tanto de la intensidad, como de la duración de la exposición y de la susceptibilidad particular de cada persona.
Es importante conocer que una conversación normal a un metro de distancia, entre dos interlocutores, transcurre en torno a los 60 decibeles de intensidad; que la sirena de un camión de bomberos o ambulancia puede variar entre los 110 y 129 decibeles; que la música reproducida a través de auriculares puede alcanzar entre 94 y 110 decibeles; y que intensidades superiores a 135 decibeles pueden generar una lesión auditiva instantánea.
Estas referencias aportan una idea de lo fácil que resulta exponerse a una pérdida auditiva por ruido.
Medidas preventivas que pueden realizarse:
-Reducir la intensidad y el tiempo de escucha con dispositivos personales de audio o altavoces, muchos dispositivos personales tienen controles de limitación de volumen, que le permiten establecer el volumen máximo en un nivel seguro; y cuentan con control parental, opción de configuración mediante la cual se pueda fijar y bloquear un volumen máximo.
El objetivo de estas funciones es que los adultos puedan limitar el volumen máximo del dispositivo del niño y limitar su propia exposición sonora.
-En recitales, fiestas o eventos con excesivas intensidades de sonido, mantenerse alejado de los parlantes y utilizar protectores auditivos, siempre que sea posible.
Realizar controles auditivos frecuentes, para prevenir y detectar precozmente cualquier alteración auditiva.
Generar transformaciones en materia de educación
Concientizar a toda la comunidad acerca de las consecuencias de mantener hábitos de escucha inseguros. A fin de fomentar una actitud reflexiva y responsable en lo que respecta al cuidado de la audición.
La pérdida auditiva ocasionada por el ruido constituye una problemática que afecta a edades cada vez más tempranas y que puede y debe prevenirse, ya que de no hacerlo, el daño ocasionado es irreversible.
Para disfrutar de la audición durante todas las etapas de la vida. “Escuchá con cuidado”.
Fuente: Télam