El desarrollo del hidrógeno como vector energético de uso masivo, en principal el originado a partir de fuentes de bajas emisiones de carbono, más allá de sus fases de producción requiere una cadena de valor que abarca procesos de transformación y compresión para poder ser almacenado y transportado.
La Estrategia Hidrógeno 2030 que lleva adelante el Gobierno nacional con distintos actores públicos y privados y el complejo científico tecnológico, prevé que los aumentos de los volúmenes de producción y transporte y uso a nivel global generarán una gran demanda de equipos de distinto porte para la distribución del combustible y su uso en el punto final.
Esto incluye tanto vehículos de carga, tanques, compresores, caudalímetros, software y equipos de precisión sumado a la demanda de bienes y servicios para el uso final del hidrógeno como todos los componentes para estaciones de carga, además de toda la demanda de autopartes y celdas para la propia producción de los vehículos cuyo combustible será el hidrógeno.
En este sentido, se destaca en medios oficiales que la industria tiene antecedentes en la producción de componentes para la industria del gas y petróleo, y la industria del GNC por lo cual podría posicionarse en distintas fases de la cadena de valor como la provisión de equipos de compresión y bombeo y sus partes, material de transporte o equipos de precisión y medición.
Adicionalmente, los avances locales en la producción de baterías, celdas y membranas permitirían explorar opciones de abastecimiento en las distintas fases de la cadena del hidrógeno, tanto en componentes de electrolizadores como en material de transporte, y motores estacionarios.
De la misma manera, la industria de la economía del conocimiento puede ser un actor destacado en la cadena de valor local del hidrógeno.
Fuente: Télam