La inflación en setiembre fue de 6,2%. Como desde marzo se viene observando tasas de crecimiento en los precios en el orden del 6%, la proyección para todo el año llega al 100% anual. Esta dinámica de los precios tiene enormes impactos negativos sobre el funcionamiento de la economía en general, y, particularmente, en la situación social.
En este contexto no sorprende que los sindicatos planteen demandas salariales del orden de los tres dígitos anuales. Casos paradigmáticos son las negociaciones salariales en el sector de neumáticos y camioneros. Los otros sindicatos, cada uno en función su capacidad de presión, también adoptan estrategias similares. Es común que se negocie adelantar la aplicación de aumentos ya acordados y establecer periódicas revisiones a los fines de ajustar los aumentos en función de la dinámica de los precios. Muy diferente es la situación para la enorme proporción de trabajadores informales. En este segmento, con mucho menor poder de negociación, a las remuneraciones les cuesta seguir la inflación.
Con información publicada por el Ministerio de Trabajo y el INDEC es factible cuantificar el impacto de la inflación sobre los ingresos de los trabajadores. Considerando los 9 meses que van del 2022 hasta setiembre se proyecta que:
- Los precios al consumidor subieron un 66%.
- Los salarios de los trabajadores registrados subieron 57%, lo que implica una caída de salario real del 6%.
- Los salarios de los trabajadores informales subieron sólo un 41% lo que implica una caída del salario real del 15%.
Fuente: IDESA en base a Ministerio de Trabajo e INDEC
Estos datos muestran que la inflación viene produciendo un generalizado deterioro de las remuneraciones. El fenómeno es importante en el segmento de los trabajadores formales, pero mucho más fuerte es entre los informales. Hay que tener presente que en el mercado laboral la mitad de los ocupados son informales, ya sea como asalariado no registrado o como cuentapropista. Esto explica la creciente incidencia de la pobreza ya que el trabajo informal es la principal fuente de ingresos de las familias más vulnerables. No es una percepción exagerada, sino una reacción que responde a una situación objetiva, que la inflación es la principal preocupación de la población en la actualidad.
Hay que partir del diagnóstico de que la inflación es intrínseca a la política económica del gobierno. El Estado nacional tiene un exceso de gasto sobre sus ingresos que no logra cubrir con deuda captada de forma voluntaria. Esto genera una masiva emisión monetaria que, al no ser demandada por la población, termina presionando sobre los precios. Como el gobierno percibe ese rechazo, apela a moderar el impacto de la emisión sobre los precios utilizando las Leliq del Banco Central. Con este instrumento logra retirar transitoriamente parte de los pesos emitidos en exceso.
Otra de las decisiones tomadas para contener la inflación es retrasar el tipo de cambio. En lo que ve del año el dólar oficial aumentó solo un 50%. Esto hace que haya mucha presión sobre las reservas del Banco Central. Las divisas ingresadas gracias al “dólar-soja” ya se consumieron, obligando a nuevas alquimias como el “dólar-Qatar” o el “dólar-Coldplay”. Con el mismo nivel de inconsistencia está la decisión de no actualizar las tarifas de energía. La parte de los costos que no se cubre con tarifa se paga con subsidios fiscales financiados con emisión monetaria.
Fuente: IDESA. org