El programa Nueva Oportunidad fue destacado entre los proyectos ganadores de la distinción anual Construir Igualdad, que otorga el Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos – CIPDH de la Unesco.
Esta distinción tiene como objetivo reconocer y visibilizar las políticas públicas locales de América Latina y el Caribe que promueven transformaciones sociales y la no discriminación. Rosario recibió una mención especial entre las 68 postulaciones presentadas de 42 ciudades que representan a 8 países de la región: 34 fueron de México, 16 de Argentina, 8 de Brasil, 5 de Colombia, 2 de Chile, 1 de Bolivia, 1 de Costa Rica y 1 de Honduras.
“Una política sólida desde el punto de vista técnico, con un destacado sistema de monitoreo”, fue la valoración que realizó el jurado acerca del Nueva Oportunidad, programa que surgió en 2013 bajo la órbita municipal, luego se extendió al territorio provincial para finalmente volver este año a la ciudad, y hoy constituye una Dirección General dentro de la Secretaría de Desarrollo Humano y Hábitat.
La distinción comprende una placa de reconocimiento, una declaración de Ciudad amigable con políticas públicas locales en igualdad y no-discriminación y la difusión de la política pública en las plataformas online del CIPDH-UNESCO, las cuales serán otorgadas en una ceremonia virtual debido a la pandemia.
El secretario de Desarrollo Humano y Hábitat, Nicolás Gianelloni, declaró que “es muy importante para la ciudad que se reconozca su política juventudes en este caso un programa que trabaja con quienes que están en mayor vulneración de derechos“. Y amplió: “Es un reconocimiento al trabajo y a la trayectoria de un equipo local y también es un espaldarazo para seguir sumando propuestas para el año que viene en un contexto social muy complejo“.
El programa local trabaja con una población de entre 16 y 35 años, con aquellos sectores desfavorecidos de la ciudad que no estudian, ni trabajan. Su coordinador Luciano Vigoni estuvo en el armado desde el inicio en 2013 y resalta que este año de aislamiento y distanciamiento por la pandemia por coronavirus, planteó un desafío a la hora de darle continuidad a este tipo de programas que tienen como eje el acompañamiento.
“Trabajamos con aquellos que están inmersos en un mayor nivel de violencia en la ciudad. Con los pibes que estuvieron heridos por armas de fuego, los que salen del post penitenciario, aquellos que tuvieron algún conflicto pero que no terminó en condena y también trabajamos con algunos juzgados de menores que nos han derivado casos. Este es uno de los ejes centrales del programa, trabajar con aquella población que creemos que está más en riesgo en esta ciudad”, planteó.
El programa también aborda el trabajo de los vínculos laborales y educativos. En cuanto al productivo, en 2020 se abocó fundamentalmente a la producción de casi 60 mil barbijos, panificados que se destinaron a la venta en los barrios de la ciudad y trabajos vinculados a la producción agroecológica local. También se convirtieron lugares del programa que se daban en espacios estatales al plan de cuidados municipal, con la Escuela de Gerontología, pensando en un horizonte vinculado a la configuración de cooperativas que tengan que ver con el cuidado.
Por otro lado, el eje educativo este año se enfocó en acompañar a organizaciones con equipamiento de computadores y servicio de internet para que quienes están vinculados al programa puedan terminar la escuela.