Las lluvias caídas en los últimos días en el centro y norte de Santa Fe, que fueron de entre 28 y 90 milímetros según la zona, “revirtieron las difíciles situaciones” que había provocado la sequía, “generando nuevas y buenas expectativas por las futuras reacciones y respuestas de los cultivares al nuevo panorama”, indicaron hoy voceros del sector.
El informe semanal que confeccionan el Ministerio de la Producción de la provincia y la Bolsa de Comercio de Santa Fe, indica que las precipitaciones repercutieron positivamente en los sembrados de girasol, maíz y soja.
“Los montos pluviométricos acumulados fluctuaron desde mínimos de 28 a 30 milímetros y máximos de 85 a 90, con la particularidad de la baja y regular intensidad de las lluvias, que posibilitó la infiltración de cada milímetro caído, permitiendo así la lenta y eficiente carga de agua en los perfiles de los suelos”, indica el trabajo.
LA SOJA, LA MÁS PERJUDICADA
El proceso de cosecha del girasol tuvo un ritmo intenso y buen avance en los departamentos General Obligado, Vera, 9 de Julio, norte de San Javier y San Justo, con rendimientos promedio que se mantuvieron entre mínimos de 12 a 14 quintales por hectárea y máximos de 30 a 32 quintales.
Esos valores fueron vistos por el sector productivo como “interesantes, buenos a muy buenos”, aunque generó inquietud la numerosa presencia de palomas o cotorras, que “afectaron y afectarían los capítulos florares”.
En lo que respecta al maíz temprano o de primera, las largas etapas sin lluvias, en especial en las etapas finales de su desarrollo, hicieron que los productores resolvieran destinar grandes porciones de los lotes al picado/embolsado para autoconsumo, aunque en la semana también comenzó la trilla con destino comercial.
“Durante la recolección, el ambiente cálido y el material vegetativo seco a muy seco, alteraron no sólo la cantidad del producto, sino también su calidad y con serias dificultades en la concreción de buenos trabajos”, añade el informe, que completa indicando que “la sanidad de los sembradíos se encontró muy bien, sin presencia de insectos ni enfermedades”.
En lo referente a la soja de primera, las parcelas presentaron variaciones negativas en sus estados por el clima de los primeros 16 días del año, “observándose limitaciones en su crecimiento, amarillamiento o marchitamiento de hojas y, en lotes puntuales, la pérdida de plantas por mortandad”.
“Ante el cambio ambiental, dada la presencia de precipitaciones en las dos últimas jornadas del período, se estaría ante una posible reacción de los cultivares, dependiendo de la etapa fenológica en que cada uno de ellos se encontraba cursando”, explica el trabajo.