Este miércoles estrena con nuevos protagónicos de Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss.
“Matrix Resurrecciones”, el cuarto filme de la famosa saga creada hace más de dos décadas por las hermanas Wachowski y protagonizada por Keanu Reeves y Carrie-Anne Moss, se estrenará este miércoles en cines con una propuesta que trae nuevos niveles de complejidad a una narrativa que busca mantenerse vigente con el paso de los años.
A diferencia de sus anteriores entregas, la esperada película cuenta solo con la dirección de Lana y no de Lilly Wachowski, la dupla que tras alcanzar un rápido estrellato en 1999 con “Matrix” (su segundo largometraje) y sus dos secuelas, tuvo entre manos otros reconocidos pero no tan bien recibidos títulos como “Cloud Atlas: La red invisible” (2012), “El destino de Júpiter” (2015) y la popular serie “Sense8”.
Una franquicia que trajo por primera vez a la pantalla grande la filosófica premisa del mundo conocido como una realidad virtual creada para enmascarar la verdadera opresión de las máquinas y de la inteligencia artificial sobre la humanidad, también impuso íconos, frases y modos de ver y hacer acción en la ficción que trascendieron su tiempo.
TRAMA
“Matrix Resurrecciones” es un caso que se ubica en ese fino límite y el anuncio del inicio de la preproducción en 2019 fue recibido con sorpresa, pero dice presente en la oferta con la gracia de saberse quizás innecesaria e importante a la vez.
En el relato, Reeves encarna nuevamente a Thomas Anderson, que en el mundo virtual -algo que las audiencias saben desde el vamos- trabaja como programador informático en la gran compañía Deus Machina, para la que desarrolló tres videojuegos sobre Matrix y en donde tiene entre manos un nuevo y misterioso proyecto.
Thomas vive su día a día con monotonía y con la certeza de haber tenido algún episodio de corte psicótico que lo hizo fabricar las increíbles experiencias vistas en las anteriores películas, por lo que todos los días consume un simpático comprimido azul recetado por su analista, interpretado por Neil Patrick Harris (“How I Met Your Mother”).
Sin embargo, el literal pedido de Warner Bros. por producir “una secuela de la trilogía” de los videojuegos -una no tan sutil respuesta de la directora- y una serie de encuentros con una magnética mujer llamada Tiffany (el nombre ficticio de Trinity, a cargo de Carrie-Anne Moss), lo llevan a cuestionarse cada vez más su existencia. Allí, cuando el entramado comienza a resquebrajarse, aparecen los personajes del mundo real para despertarlo: Neo, el Elegido que liberaría a la raza humana del yugo de las máquinas, es su verdadera identidad.
De esa manera, el filme se exhibe sin mayores ambiciones de las que puede alcanzar, y si bien por momentos cae en la quietud de justificarse a sí misma en vez de tentar a nuevos públicos, no lastima la mitología que construyó. Es en esa dinámica en la que abundan los flashbacks de las cintas previas y vuelven roles tan queridos y odiados como el de Morfeo, antes a cargo de Lawrence Fishburne y ahora de Yahya Abdul-Mateen II (“Watchmen”), y el del agente Smith, conocido en la piel de Hugo Weaving y esta vez tomado por Jonathan Groff (“Mindhunter”).
Fuente: Télam