Los indicadores de pobreza son los mismos que en 2002

A pesar de la expansión de los programas sociales y la ampliación de la red de protección estatal, la pobreza ha alcanzado nuevamente los niveles críticos de hace veinte años. ¿Cuáles son los factores estructurales y coyunturales que explican esta persistente problemática?

En 2024, la pobreza alcanzó el 52,9%, marcando un incremento de 11 puntos porcentuales respecto al cierre de 2023, en una de las subas semestrales más pronunciadas de los últimos años. La liberalización de precios y salarios, aplicada desde diciembre para corregir los desequilibrios acumulados, tuvo un impacto inmediato en los sectores más vulnerables.

Sin embargo, la pobreza volvió a niveles similares a los de la crisis de 2002, cuando alcanzó el 54%. A lo largo de dos décadas, la tasa rara vez ha descendido por debajo del 30%, incluso en épocas de mayor estabilidad económica.

Lo paradójico es que, pese a la ampliación significativa de los programas de asistencia social, no se ha logrado revertir la situación. Actualmente, entre la Asignación Universal por Hijo (AUH), tarjetas alimentarias, complementos de leche, el plan Progresar, Potenciar Trabajo, pensiones no contributivas y moratorias, el Estado realiza cerca de 15 millones de transferencias monetarias mensuales con el objetivo de reducir la pobreza. .

Esto contrasta con el contexto de principios de siglo, cuando los programas de asistencia eran mucho más limitados y se concentraban en el Plan Jefas y Jefes de Hogar y las tarjetas alimentarias, que sumaban 2,8 millones de transferencias. La persistencia de niveles elevados de pobreza evidencia un problema estructural que va más allá de la cantidad de recursos asignados al gasto social.

Fuente: LP CONSULTING en base a INDEC

 ¿Los planes sociales ayudan a sostener los gastos mínimos?

La persistencia de la pobreza en Argentina, a pesar del aumento de las transferencias sociales, se explica por varios factores estructurales. Un aspecto clave es la dependencia de ingresos laborales, especialmente en los sectores más vulnerables, donde predomina el trabajo informal.

De acuerdo con datos de Indec para 2024:

  • Para el general de la población, el 77% de sus ingresos provienen de su propio trabajo, mientras que el 23% restante lo obtienen de fuentes no laborales, como asistencia social, jubilaciones, rentas, becas o ayudas de familiares, entre otras.
  • En hogares no pobres, el 81% de los ingresos provienen de fuente laboral y el 19% restante de fuente no laboral.
  • Mientras que, entre los hogares pobres, el 53% proviene de fuente laboral y el 47% de fuente no laboral.

La conclusión principal que se puede extraer es que los ingresos de los hogares provienen principalmente del trabajo de sus miembros. Incluso en los hogares de escasos recursos, las ayudas sociales desempeñan un papel secundario, ya que más de la mitad de sus ingresos se deriva del empleo.

Además, es importante señalar que los hogares en situación de pobreza tienden a depender más de trabajos informales. Un 55% de estos hogares se sostiene gracias a un jefe de familia y un cónyuge que se encuentra en una situación de empleo informal o desempleado.

Entre el primer semestre de 2023 y el mismo período de 2024, aunque la Asignación Universal por Hijo (AUH), que es el principal programa de asistencia social, aumentó un 22% en términos reales, los salarios en el sector informal disminuyeron en un 37%. Esta situación contribuye a explicar el incremento de la pobreza en el último año.

¿Cómo debería ser el plan para salir de la pobreza?

Para salir de la degradación social y económica, es crucial dejar atrás políticas que han demostrado ser ineficaces. Existe un consenso en que modificar las leyes laborales no beneficia a los trabajadores, ya que esta estrategia ha perpetuado un statu quo que impide la creación de empleos formales. Además, aunque se reconoce que aumentar la ayuda social es vital, también se debe hacer énfasis en la creación de empleo como la principal fuente de ingresos para los hogares.

Se deberá insistir en la elaboración de un plan que incluya los siguientes puntos clave:

  1. Revisión de Políticas Laborales:

Cambio de Enfoque: Es esencial reemplazar las políticas que favorecen la inacción en el mercado laboral por estrategias que fomenten la creación de empleos formales.

Adaptación de Leyes: Las leyes laborales deben adaptarse a las realidades y posibilidades de las empresas, facilitando así su capacidad de contratación.

  1. Control de la Inflación:

Estabilidad Económica: Controlar la inflación es fundamental para mejorar el poder adquisitivo de las familias y crear un ambiente propicio para el desarrollo económico.

  1. Reforma del Sistema Tributario:

Orden y Eficiencia: Un sistema tributario más ordenado y eficiente puede facilitar la inversión y la creación de empleo.

  1. Eliminación de Regulaciones Anticompetitivas:

Promoción de la Competencia: La eliminación de regulaciones que limitan la competencia puede abrir espacio para nuevas empresas y oportunidades laborales.

  1. Transformación del Sistema Educativo:

Conexión con el Mercado Laboral: Reformar la educación para que esté alineada con las necesidades del mercado laboral ayudará a los jóvenes a insertarse más fácilmente en el mundo del trabajo.

  1. Implementación del Acta de Mayo:

Compromiso Político: La inclusión de estos puntos en el Acta de Mayo es un paso positivo, pero lo más difícil será llevar estas medidas a la práctica.

El camino hacia la mejora de las condiciones laborales y la reducción de la pobreza implica un enfoque multifacético que considere la creación de empleo, la estabilidad económica y la educación. La voluntad política y la colaboración entre diferentes sectores son cruciales para traducir estos consensos en acciones concretas.

Fuente: LP CONSULTING