Una de las figuras más destacadas de la Conferencia Internacional de Banca fue el titular del Banco Central de Brasil, Roberto Campos Neto, ex director del Santander Brasil, quien llegó al timón del Banco Central de Brasil de la mano de Jair Bolsonaro y todo indica que seguirá allí a pedido del presidente electo Luiz Lula Da Silva.
A Campos Neto se lo celebra como el banquero central que reaccionó antes que nadie con la suba de tasas de interés para frenar la inflación. Arrancó en marzo de 2021, llevando la tasa Selic del 2% al 2,75%. Hoy la Selic está en el 13,75%. A cambio de ese endurecimiento monetario, Brasil es hoy el único país del mundo que puede mostrar tres meses seguidos de retroceso del índice de inflación.
La tasa de variación anual del IPC en Brasil en septiembre de 2022 ha sido del 7,2%, 1,6 puntos inferior a la del mes anterior. La variación mensual del IPC (Índice de Precios al Consumo) ha sido del -0,3%, de forma que la inflación acumulada en 2022 es del 4,3%.
Campos Neto explicó su estrategia de endurecimiento monetario como la medicina indicada a lo que percibió como una inflación que no iba a ser transitoria. Una lectura diferente a la que tenían hasta el año pasado la Reserva Federal de los EE.UU. y el Banco Central Europeo.
Llegó a esa conclusión luego de evaluar el impacto de los shocks de liquidez que aplicaron los gobiernos para enfrentar los devastadores efectos de la pandemia sobre la economía, los shocks de demanda una vez que se reabrieron las economías y el shock de oferta de bienes y de energía que derivó de esa rápida reapertura. Es decir: la oferta de bienes y servicios crecía más despacio que la demanda.
El banquero brasileño alertó que hoy los banqueros centrales deben encontrar el tono justo para la política monetaria: “Enfrentamos el riesgo de ser demasiado duros de entrada o demasiado blandos. En el primer caso el enfriamiento de la economía puede ser excesivo, en el segundo caso el riesgo es perder la credibilidad. Hay que navegar entre esos dos errores”.
Celebró las subas de tasas en EE.UU y Europa porque “eso significa que dejaremos de importar inflación”. Como conclusión, alertó que para garantizar el crecimiento hay que tener mucho cuidado en no aumentar la presión fiscal sobre el capital, que es justamente el que financiará la ampliación de la producción que normalice la oferta de bienes y servicios.