En la actualidad, uno de los motivos de consulta más frecuente en la clínica psicológica es el ataque de pánico. De hecho, muchas personas que tuvieron Covid-19 lo experimentaron por primera vez en su vida.
El ataque de pánico es vivido por el paciente como un intenso y elevado cúmulo de angustia que se acompaña de una variedad de síntomas en el cuerpo y que tiene una particularidad que lo vuelve en extremo complejo: no hay palabras que puedan explicar lo que está viviendo la persona.
Los ataques de pánico son episodios de angustia muy profunda que aparecen de manera aparentemente repentina y que, si bien tienen una duración relativamente breve, son vividos por el paciente como si fueran interminables. Los síntomas durante el ataque de pánico son generalmente los siguientes: taquicardia, sudoración fría, temblores, sensación de ahogo.
Más allá de los síntomas lo que transforma al ataque de pánico en una experiencia absolutamente traumática para el sujeto es la sensación de terror provocada por un pensamiento recurrente: “estoy por morir”.
El origen de estos ataques de ansiedad suele estar vinculado a alguna situación que el paciente vivió tiempo antes y que no pudo terminar de procesar o elaborar por las vías adecuadas.
Esto quiere decir que se produjo la acumulación de un monto elevado de angustia por algún suceso determinado y que esa angustia no se pudo terminar de “agotar” y quedó “acumulada” en el aparato psíquico del sujeto. Lo que sucede es que la angustia busca la vía para expresarse y tiempo después retornará a través de síntomas en el cuerpo y sin palabras.
Entre las frases más comunes de los pacientes escuchamos: “No sé qué pasó, estaba bien y de repente sobrevino la angustia”. “No puedo explicar qué fue lo que pasó, la sensación era que estaba por morir”. Cuando preguntamos a una persona que recientemente tuvo un ataque de pánico si puede identificar qué fue lo que pasó antes del desencadenamiento de la angustia, sobreviene el “sin palabras” tan característico del ataque de pánico.
Una de las cuestiones que más preocupan a las personas que conviven o acompañan a quienes sufren de ataques de pánico es qué es lo que pueden hacer para ayudarlos.
Es importante no abandonar a la persona en el momento en el que está sufriendo el ataque de angustia, contenerla y acompañarla hasta que el ataque ceda. Por otro lado, no se trata de agregar interpretaciones que expliquen de dónde provino la angustia sino más bien de ayudar a la persona a que pueda poner en palabras lo que le pasó antes y durante el ataque de pánico.
Una de las cosas que más importan a quienes sufren de ataques de pánico es que sus familiares y amigos crean en la veracidad de lo que les está pasando.
En este sentido, es fundamental que los profesionales de la salud que atiendan este tipo de manifestaciones de angustia puedan comprender que, aun cuando no se esconde una causa orgánica detrás de la sintomatología que presenta un ataque de pánico, hay un padecimiento real y una angustia muy profunda para el sujeto que tiene un alto impacto en su vida diaria.
En la actualidad, un tratamiento de la angustia debería enfocarse en identificar las causas que se esconden detrás, ya que si logramos resolver los conflictos y las representaciones subyacentes la angustia cederá.
Fuente: Télam -Por la Lic. Florencia Casabella (MN 57008), psicoanalista, directora de Désir Salud, centro de atención integral en salud mental y discapacidad.