Reglas que sientan bien

Reflexiones y consejos del Prof. Adrián Pavía para sentarse correctamente en toda ocasión

Creo que con el correr de los años me he dado cuenta de que la frase que gritaban abuelos, padres y maestros ha caído en el olvido y tanto esfuerzo fue en vano: ¡Sentáte bien! Aunque lo nieguen, son muchos los que tuvieron la oportunidad de escuchar tan popular frase y hacen diariamente su aporte para que poco a poco ésta vaya siendo olvidada. Basta con mirar un poco alrededor para notar como cientos de personas pierden su imagen por el mero hecho de sentarse mal.

En una silla, en el cómodo sillón de un living o en la sala de espera de un consultorio, sentarse tiene su arte y es mi intención sacar del arcón las mínimas reglas que hay que recordar.

Acto más sencillo que sentarse a la mesa creo que no existe, pero me pregunto ¿por qué la mayoría de las personas lo primero que hace es arrastrar la silla? La regla dice que hay que separar la silla de la mesa sin arrastrarla, siempre que sea posible, lógicamente, ya que a veces las sillas son demasiado pesadas para poderlas levantar. Si siendo hombre se tuviera a una señora como compañera de mesa será de mucha cortesía, y todo un detalle, que le movamos la silla y la invitemos a sentarse.

Para acercarnos a la mesa, hay que recordar que no debemos “cabalgar” la silla hasta quedar en la posición deseada, y que para fijar esa posición la regla dice “no tan cerca, no tan lejos”. Eso nos ayudará a que luego el movimiento de los brazos y las manos al llevar alimentos a la boca tenga la mayor naturalidad.

Una vez sentados, la espalda debe permanecer en línea recta, preferiblemente sin ser apoyada en el respaldar. Sí, no me he equivocado; sin apoyarla. Para sorpresa de muchos, les cuento que es preferible no utilizarlo ya que tarde o temprano el sentirnos contenidos por el respaldo nos permitirá deslizarnos y terminar en una postura sumamente relajada pero prohibidísima socialmente; en el sillón de casa, sin embargo, eso sería correcto.

Lo adecuado es utilizar la mitad del asiento hacia delante, lo cual permitirá mantener ambos pies sobre el piso. De lo contrario, utilizar todo el asiento perjudicará nuestra postura y seguramente hará que terminemos cruzando las piernas por debajo de la mesa para relajar la espalda.

Si queremos descansar un poco la correcta posición, los hombres podemos realizar una equis con las piernas manteniéndolas bajo la silla, y las mujeres -si no las mantienen en el frente- podrán inclinar ambas piernas con los pies juntos a la altura de las patas de la silla.

Sí, ¡ya sé! Me van a decir que es imposible y que estarán muy acartonados o endurecidos. Muchos creen que al adoptar una posición rígida los movimientos serán más duros o toscos. Pero para decir la verdad, esa es la postura que permitirá movimientos más naturales, sencillos y elegantes. Además, hay que saber darse cierto margen entre una postura 100% rígida y una 100% desgarbada; lo que yo planteo es una forma intermedia según la situación.

Mis padres siempre me decían a mí y a mis hermanos que debíamos mantener cierta compostura, y me llevó muchos años entender el significado de lo que eso significaba. Con el tiempo, y con mucha práctica, entendí que se puede estar bien sentado y actuar de forma natural.

Convengamos que ser despistado y no tener mucho dominio del tema nos lleva en más de una ocasión a posturas realmente comprometidas y, por qué no, ordinarias. No hay nada más ordinario que ver a una señora o a un caballero que no le presta atención al estar con las piernas cerradas. Otra regla fundamental que debemos tener en claro es que jamás debemos dejar ver la suela de nuestro zapato.

Por otra parte, no hay que olvidar que siempre debemos hacer el esfuerzo de no desplomarnos en un sofá o sillón, sino que debemos sentarnos lentamente y con cuidado, ya que resultará desconsiderado soltar todo el peso del cuerpo de una vez dejando que el sillón o el aire contenido en los almohadones emitan ruidos que es prudente eludir.

Por último, lo mejor será no arrellanarse y mucho menos extender las piernas para mayor comodidad en ningún tipo de asiento, ya sea silla o sillón.