Aquella jornada, de la que este viernes 23 se cumplirán 69 años, fue fruto de una serie de acontecimientos rubricados de forma airosa al modo del paciente armado de un rompecabezas.
En la rica historia del olimpismo nacional el 23 de julio de 1952 supone una de las jornadas más redondas en términos de gloria deportiva y júbilo popular: en la lejana Helsinski la dupla integrada por el estadounidense nacionalizado argentino Tranquilo Capozzo y el bonaerense Eduardo Guerrero se coronó campeona en la especialidad de doble par de remos sin timonel.
Nacido en los Estados Unidos en 1918 y a posteriori radicado en Italia, Capozzo llegó a la Argentina en 1936, pero para dedicarse a las carreras de bicicletas, menester al que se abocó bastante más que un lustro.
Recién comenzó a practicar remo hacia 1945 en el club Canottieri Italiani y sus condiciones sobresalientes le valieron una rápida inserción en la Selección Nacional, a punto tal que formó parte de la delegación que viajó a los Juegos Olímpicos de Londres y se dio el gusto de meterse entre los semifinalistas.
Originario de Salto, provincia de Buenos Aires, por su lado, Guerrero se inclinó fervorosamente al remo desde temprana edad al tiempo que su frenesí por los deportes redundó en una simultaneidad con el rugby, condición en la cual llegó a jugar en la Primera División de Deportiva Francesa.
Lo apodaban el “Burro”: Guerrero disponía de una fuerza y un tesón dignos de admiración, que contrastaba con la serenidad de Capozzo, un hombre de poca palabras que en enero del año de la gesta había cumplido 34 años.
Llegada la instancia del armado de la delegación argentina que competiría en los Juegos Olímpicos de Helsinski, Capozzo y Guerrero asumieron atravesar la evidente dificultad de ostentar un buen acumulado de experiencia como singlistas, pero no como doblistas y mucho menos en un especialidad en la que ni por asomo se los reconocía como aspirantes a una medalla.
De hecho, llegaron a la capital finlandesa con apenas seis carreras de prueba y para peor con el bote prácticamente inutilizable.
Sin embargo, la providencial ayuda de un carpintero de la delegación rusa permitió el arreglo de la embarcación con la que el 23 de julio del 52 Tranquilo Capozzo y el “Loco lindo” de Guerrero salieron en busca de su suerte.
Y así fue: ese dúo de vigoroso complemento entre el estratega de Canottieri Italiani y el pujante representante del Delta se mantuvo expectante durante la mitad de la carrera por detrás de los soviéticos Ihor Yemchuk y Heorhiy Zhylin, pero no bien llegó el momento de apoderarse del primer puesto ya no hubo marcha atrás.
Sacaron 25 metros de distancia y su triunfal llegada a la meta se conoció de primera mano en la Argentina mediante el emocionado relato de José María Muñoz por Radio Rivadavia.
Coronados de manera brillante fueron recibidos en la Argentina como genuinos héroes deportivos.
Como curiosidad añadida es relevante el hecho de Capozzo y Guerrero jamás volvieron a remar juntos, pero cultivaron una profunda amistad: Capozzo falleció en Córdoba en mayo de 2003 y Guerrero en Vicente López en agosto de 2015.
Fuente: Télam