Se trata de la primera vez que un atleta argentino obtiene una medalla en taekwondo y la primera medalla de oro individual desde que Delfo Cabrera ganara la maratón en Londres 1948, 64 años antes y justamente por capricho del destino, en la misma ciudad.
Crismanich llegó a los Juegos Olímpicos como 7ª cabeza de serie y con el antecedente de haber sido el año anterior medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 y en el Campeonato Panamericano de Querétaro.
El argentino enfrentó en la ronda preliminar al neozelandés Vaughn Scott. El primer asalto resultó ampliamente favorable a Crismanich, imponiéndose por un parcial de 6-2. En el segundo asalto, el neozelandés buscó descontar y se lo adjudicó por un parcial de 3-2. En el tercer asalto el argentino mantuvo la diferencia lograda al inicio, para terminar adjudicándose el combate por 9-5.
En cuartos de final Sebastián enfrentó al afgano Nesar Ahmad Bahawi. Luego de un asalto de estudio mutuo, el argentino volvió a demostrar una considerable superioridad, adjudicándose los tres parciales y finalizando con un puntaje a favor de 9-1.
En el combate por la semifinal Crismanich se enfrentó al armenio Arman Yeremyan, en una contienda muy pareja, donde ambos se cuidaron mucho. Luego de un primer asalto donde ninguno marcó diferencias, el argentino obtuvo dos puntos a favor en el segundo asalto. En el tercer asalto el armenio buscó descontar, y logró anotar un punto a causa de una penalidad cometida por Sebastián. De todos modos el argentino terminó imponiéndose 2-1 y accediendo a la final.
LA PATADA DE LA GLORIA
En el encuentro final Crismanich se enfrentó al español Nicolás García Hemme, preclasificado en quinto lugar.
Se trató de un combate muy complejo, en el que ninguno de los contrincantes logró sumar puntos hasta los instantes finales.
En el primer asalto, el argentino recibió una advertencia de penalidad (dos significan un punto en contra). En el tercer asalto, cuando solo faltaban 27 segundos para la finalización del combate, Crismanich logró anotar un punto con una patada de costado. El español buscó desesperadamente el empate, pero el argentino resistió la embestida y terminó ganando la final y la medalla de oro.
Una vez consumada su victoria y la obtención del primer Oro Olímpico para la delegación argentina, el baloncestista Luis Scola decidió homenajear a Crismanich cediéndole el honor de ser el portaestandarte de la delegación en la ceremonia de cierre de los Juegos Olímpicos de ese año, debido a que fue el primer y único atleta en otorgarle el oro olímpico a la delegación Argentina en los juegos celebrados ese año.
Fuente: Télam