La ciudad de Rosario “es el único municipio del país” que cuenta con un programa de agricultura urbana de manera sostenida desde hace 18 años como política pública, lo que le valió el reconocimiento de la ONU y de la FAO, y trajo a expertos de diferentes países del mundo para conocer el modelo.
Los parques huertas, los corredores verdes viales y jardines de plantas medicinales en espacios públicos u ociosos con los que cuenta la ciudad como parte de esta política pública tienen por común impulsor al ingeniero agrónomo Antonio Lattucal, un hombre de 69 años que acaba de jubilarse como coordinador del Programa del Agricultura Urbana del municipio, puesto que ocupaba desde su creación en 2002.
“Rosario es el único municipio del país que tiene un programa de agricultura urbana consolidado y es una deuda de Prohuerta y de la mayoría de los municipios no buscar la tierra vacante para que estos proyectos puedan consolidarse y tener continuidad“, indicó Lattucal a Télam.
Aunando esfuerzos con Prohuerta del INTA, una ONG y vecinos dispuestos al trabajo voluntario, el Programa rosarino promueve emprendimientos sociales de producción y elaboración de alimentos mediante técnicas agroecológicas, destinados al consumo familiar, comunitario y a ferias de la economía social.
“En 2002 nos propusimos crear un oasis dentro de la ciudad, cuidar la tierra, desplegar las potencialidades de los desocupados, producir alimentos frescos y sanos con la técnica agroecológica y transformar espacios degradados en jardines de verdura, motivando a toda la sociedad con el problema ambiental y de la inclusión social“, explicó Lattucal en el marco del encuentro virtual “La agroecología urbana ya está entre nosotres” organizada por la Coordinadora “La ciudad somos quienes la habitamos”.
En virtud de estas políticas, la ciudad fue premiada en 2004 por la ONU por impulsar “uno de los 10 mejores programas del mundo de lucha contra la pobreza, integración social y perspectiva de género” y en 2010 fue destacada por la FAO como “una de las más verdes de América Latina” por ser “una de las pocas que incorporó plenamente la agricultura en su planificación del uso del suelo“.
“Estábamos recuperando el derecho al uso de la tierra y a la alimentación sana y jerarquizando la agricultura que siempre es vista como una práctica para los momentos de crisis o para las personas más pobres, como un oficio del pasado para ser ocultado en el fondo de la casa, cuando en realidad la huerta también puede ser un lugar muy atractivo“, relató.
Surgidas con la debacle del 2001, Lattucal se esperanza con que la actual pandemia termine potenciando la actividad, “porque siempre en las crisis es cuando se ve su necesidad“.
“En todos lados hay tierra sin usar que se puede poner en valor y todos ganan porque de ser un problema –porque era un basural o un baldío- se transforman en una solución que ofrece servicios alimenticios, socioeconómicos, ambientales, paisajísticos e incluso para la convivencia, porque se convierten en lugares de encuentro comunitario“, sentenció.
Télam