Seguramente este año quedará marcado para el hincha Leproso, no por las grandes epopeyas futbolísticas ni los buenos rendimientos, sino porque se retiraron casi al unísono los dos mejores jugadores de Newell´s de los últimos veinte años a esta parte, quienes además agregaron su cuota de gloria a las vitrinas Rojinegras, primero fue Maxi Rodríguez y el domingo lo hizo Ignacio Scocco.
El delantero que llegó de Hughes con la ilusión de trascender, arrancó con el pie derecho su relación con la Lepra, porque su debut sería el mismo año donde el Tolo Gallego armó una mixtura perfecta entre experiencia y juveniles para llevarse el título en el 2004. Comenzando de a poco a mostrar su calidad, junto al Memo Borghello aparecían como las grandes figuras del futuro.
Dos años más tarde pasó a Los Pumas de la UNAM para después recorrer su vida futbolística en el AEK griego y en el Al Ain, pero claro, su amor por Newell´s hicieron desandar su camino y en el 2012, dejó una deuda muy importante en Emiratos Árabes para reencontrarse con su primer amor, aquél que lo esperaba con los brazos abiertos para seguir escribiendo la historia grande.
Preparándose solo en ADIUR ante la imposición del equipo Árabe a que se sume al plantel, apenas se destrabó corrió rápido a Bella Vista, y junto a los jugadores que hicieron culto de “la pertenencia Leprosa”, como Maxi, el Gringo y el mismo Tata al frente del plantel, se coronó nuevamente campeón, entrando al club que pocos jugadores en la historia de la institución rojinegra pudieron escribir su nombre, “el de bicampeón”.
Goles extraordinarios como aquella noche que volvió encendido con San Martín de San Juan, de chilena ante Arsenal, con una jugada “Maradoneana” al Deportivo Lara en una noche de Copa Libertadores, y varios golazos más con el sello de un distinto, de un jugador técnicamente por arriba de la media, que le devolvió a la gente todo lo que se había apostado en él desde las divisiones inferiores.
Pero la novela continuó, y después de un fugaz paso por Internacional de Brasil y Sunderland de Inglaterra, llegó otra vez al Parque, ahora para salvar a la institución de un momento complejo con el descenso soplando en la nuca. De personalidad fuerte, y sin guardarse nada, el “Tucán” como lo apodaron sus compañeros, junto a Maxi Rodríguez y el Gato Formica, se peleó con la dirigencia encabezada por Eduardo Bermúdez y se mudó a Nuñez para ponerse la de River Plate.
Allí ganó todo de la mano de Marcelo Gallardo, pero claro, su amor lo esperaba en el final, para acompañarlo hasta el momento que el “32” decida que los botines debían descansar, por eso volvió una vez más, con un golpe duro en el medio como fue la pandemia, intentó recuperar su nivel, y aunque no lo logró, aparecían cada tanto ráfagas de un fútbol seductor por dónde se lo viera.
Y así llegó el final, como todo el sentimiento fuerte, con idas y vueltas, discusiones, desamores, pero, en realidad, el amor por un jugador que puso dinero de su bolsillo para volver a su casa y seguir ganando gloria estaba intacto.
Casi sin darse cuenta, la última ovación del hincha Leproso en la despedida de Maxi, cuando apareció en la pantalla iba a ser el último mimo que se iba a llevar “Nacho” antes del video final.
Colgó los botines el bicampeón, el de los goles con sello propio, el de personalidad fuerte pero que nunca dudo en volver cuando su club lo necesitaba, quien se llenó de gloria Rojinegra con dos logros que quedarán en la retina de cada hincha Leproso.
Se retiró un futbolista de nombre Ignacio, y de apellido Crack, que quedará en las páginas doradas de la historia Leprosa junto a su amigo y compinche, Maxi Rodríguez.