Vivimos en un mundo donde el débil ,lamentablemente, sucumbe ante el poderoso. Ante esa fuerza que con el poder otorgado decide, muchas veces, sin importarle realidades ni momentos; solo haciendo prevalecer las necesidades propias o los antojos de los mandamases.
Ni siquiera la peor pandemia que se haya vivido en los últimos tiempos humanizó a sectores del fútbol mundial.
En estos últimos días la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL), pasó por el costado de la realidad que hoy existe en Latinoamérica con respecto al COVID-19; en donde los picos de contagios en los principales países preocupan a sus sociedades, y decide ponerle fecha al regreso de las copas continentales.
La Copa Libertadores comenzará a disputarse el 15 de septiembre y el 27 de octubre lo hará la Copa Sudamericana, a pesar de que casi todos los equipos todavía no tienen actividad.
Si hay algo que valorar de parte de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) es que se mantuvo en su postura a favor de la cuestión sanitaria y fue la única entidad que voto en contra de la vuelta; yendo a contramano de otras confederaciones y dejando en claro la posición que viene ejerciendo en el país: prevalecer los cuidados del mundo del fútbol y la comunidad en general, ante las presiones económicas que existen de empresarios, dirigentes, jugadores, periodistas y hasta de los propios hinchas.
Claro que dicha firmeza contrasta con la celeridad que se mostró durante la semana que transcurrió tras la decisión de acelerar a la Comisión Médica para presentar los protocolos correspondientes ante los Ministerios de Salud y Deportes de la Nación tras recibir presiones de aquellas instituciones que se ven obligadas a disputar la presente edición de la Copa Libertadores de América.
La cadena de presiones lleva a arriesgar la salud de jugadores y cuerpos técnicos para que la máquina recaudadora del fútbol vuelva a encenderse.
Mirar hacia otro lado es la salida más fácil para vivir nuevamente a pleno ese mundo de alegrías y tristezas que nos regala el fútbol.
Claro que otra vez arranca con una derrota. La moral, la humana, dónde los intereses de los poderosos ganan siempre.