Mucho se ha dicho y escrito sobre el vino. Que es la bebida más noble de todas, que nace de la tierra, que es motivo de unión y celebración, que engalana las mesas más festivas, que invita a brindar por los buenos augurios y que es un líquido imprescindible en cualquier reunión de amigos. Por supuesto, siempre debemos beberlo con moderación.
Sin embargo, más allá de estas bondades mencionadas, históricamente esta bebida ha sido vinculada meramente a lo solemne, a “lo inalcanzable”, siendo un producto “solo para entendidos” o “sibaritas entrenados”.
Este mensaje heredado de generación en generación, fundamentalmente en la Argentina, ha alejado a los jóvenes del vino, que decidieron inclinarse por las cervezas artesanales. En efecto, de los 90 litros, aproximados, per cápita que se bebían en estas latitudes en los años ’70, hoy el consumo ha descendido a unos “18 y pico”, cifra que preocupa a los responsables de la industria vínica.
En estos últimos 30 años, se ha ganado notablemente en calidad, pero ha disminuido, de manera sensible la cantidad. Por ello, hoy las bodegas apuestan a otros formatos alternativos como la lata y el bag in box para “humanizar” el vino y acercarlo al público joven, novato e, incluso, ávido por conocer más de las bebida báquica, sin temores ni dogmas.
Tips para conocer más sobre vinos
El Color
Nos da indicios de la edad y la variedad. Si un vino tinto tiene tonalidades violáceas o rubíes, que se muestran oscuras, brillantes y muy intensas, estarás en presencia de un líquido joven y con poca evolución. Si, por el contrario, los ribetes son tejas, anaranjados y los tonos son más claros y con cierta opacidad, significa que ese vino ya tiene unos cuántos años en su haber.
En relación a los vinos blancos, es importante fijarse detenidamente en la paleta cromática. Ideal para tomarlos frescos, expresivos y frutados, cuando están vívidos se expresan en un color amarillo pálido, casi imperceptible, con tonalidades verdosas. En cambio, si ya está “viejito”, su color será ámbar, dorado, virando hacia el ocre. Ojo, puede pasar que estés disfrutando un buen Chardonnay con paso prolongado por barricas de roble y un gran potencial de guarda. En esta oportunidad, si lo dejás evolucionar en su justa medida, el color irá oscureciéndose, pero no estará “en el fin de sus días”, sino que se mostrará elegante y con mayor volumen.
La temperatura
Es determinante, fundamental y definitorio. Cada vino hay que disfrutarlo en su temperatura de servicio indicada. Así, un blanco joven, ligero y fácil de beber, lo podrás disfrutar en un rango de 8 a 10 grados, mientras que un blanco voluminoso te aconsejo tomarlo entre 10 y 12 grados.
En relación a los tintos, los del “día a día”, jóvenes o con apenas paso por barricas, los podés servir entre 14 y 16 grados. Si, en cambio, vas a descorchar un vino robusto, complejo y con más de 12 meses de crianza, te recomendamos que la temperatura sea de 16 a 18 grados, así no inhibís sus características organolépticas.
Si, a tono con la moda actual, vas a disfrutar un rosado moderno, con frescura envolvente, la temperatura indicada para disfrutar una copa excelsa será de 8 a 10 grados. Su versatilidad a la hora del maridaje y agilidad para el paladar son dos de las grandes cualidades de los rosé de estos tiempos modernos.
La relación Precio/Calidad
Uno de los grandes impedimentos del buen disfrute de una copa es la cuestión monetaria. Refutamos la frase “todo vino más caro es mejor” y te invitamos a comprender que “el mejor vino es el que más te gusta”.
Encontrarás en tu vinoteca amiga vinos de estupenda calidad a precios muy asequibles. En la Argentina, tenemos un sinfín de bodegas con estilos particulares y estilos de vinos variopintos. ¿Entonces, un vino económico me puede emocionar? Sí, por supuesto. No te guíes por el valor, sino por su elaboración, características, cepaje y terruño que lo vio nacer.
“El vino y sus circunstancias”
Una vez, un profesor me enseñó esta frase que les heredo habitualmente a mis alumnos. Un vino nos puede gustar más o menos, según el momento que estemos viviendo. No es lo mismo estar en una feria vínica, rodeado de mucha gente, calor o ruidos, que estar disfrutando una buena copa en casa, viendo una serie o película, con la mejor compañía.
Algunas recomendaciones personales. Para una primera cita, elegí un vino tinto poco tánico, amable, joven y frutado. Para un encuentro con amigos vinófilos, descorchate dos o tres vinos de variedades no tradicionales, afín de compararlas. Para el consumo diario, te recomendamos una etiqueta sin demasiadas complejidades. Puede ser blanco, rosado o tinto. Para ocasiones especiales, tené siempre a mano un vino con buen potencial de guarda y, por qué no, un buen espumoso para el brindis.
Copas adecuadas
Hay un viejo dicho que afirma que “para cada vino hay una copa”. En primer lugar, es preciso que tengas, al menos, dos copas en casa. No será lo mismo si tomás un vino en un vaso común y corriente y, menos, si es de plástico.
Bajo esta premisa, es importante que puedas disfrutar el vino en su copa indicada. Así, un vino tinto lo apreciarás mejor en una copa de mayor tamaño, con el objetivo de maximizar el contacto del vino con el aire, favoreciendo su correcta oxigenación.
Un vino blanco, por su parte, lo podrás vivenciar de un modo correcto en una copa de menor tamaño y apertura más abierta, afín de deleitarte con la enorme paleta aromática y, en paladar, valores la acidez.
Si, en cambio, abrirás un espumoso, te aconsejamos que lo sirvas en la famosa copa flauta, estrecha y esbelta, afín de poder vislumbrar sus seductoras y estilizadas burbujas. En este caso, la temperatura de servicio deberá oscilar entre 5 y 7 grados.
Copa para cada momento del día. Si vas a tomar algo a modo de aperitivo, disfrutá un buen blanco joven, frutado y con acidez refrescante. Alternativa: vino rosado fácil de beber.
A la hora del almuerzo, tinto ligero o de cuerpo medio. Podés tomarte una copita para cortar el día, pero no te recomiendo un vino ni muy alcohólico ni muy complejo, pues “hay que seguir”.
Si vas a beber una copa en la cena, podrás elegir un vino con cuerpo, robusto, carácter y personalidad. Es momento de relajarte, sin prisa ni responsabilidades laborales. Por supuesto, la comida nos marcará el estilo a descorchar. Ello lo veremos en el paso siguiente.
Acuerdo enogastronómico
La última gran recomendación para que disfrutes una buena copa y entiendas el vino de la mejor manera posible, es el maridaje. Cada vino tiene su propio partener a la carta. El objetivo es potenciar ambas texturas y sabores infinitos para agasajar el paladar.
En líneas generales, te recomendamos un vino blanco joven para el aperitivo o entradas ligeras. Vinos blancos voluminosos y más untuosos irán de maravillas con pescados blancos, pollo, arroces o carnes sutiles de cerdo. Los rosados son muy versátiles y ensamblan a la perfección desde picadas a pescados y carnes blancas o rojas magras.
Finalmente, los tintos jóvenes se entenderán a la perfección con quesos semiduros, carnes rojas de mediana grasitud, pastas con salsas rojas y hasta algunos pescados grasos. Una buena copa de tinto intenso y complejo, en cambio, la vas a disfrutar en compañía de guisos, carnes grasas, de caza y platos con mayor elaboración.
Fuente: Mariano Fresco para Borderío