El ataque se registró no sólo en el Palacio del Planalto, sino que se replicó en el interior del Congreso y el Supremo Tribunal Federal (STF).
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, arribó en la noche de este domingo a la sede de Gobierno en Brasilia luego de los destrozos generados por sujetos indicados como seguidores de la oposición.
La tropa de choque de las fuerzas locales debieron llevar a cabo una operación que involucró el lanzamiento de gases lacrimógenos desde helicópteros. Las autoridades indicaron que cerca de 400 personas fueron detenidas por los hechos.
Lula refirió en San Pablo que los atacantes eran “nazis” y “fascistas” y decretó la intervención federal a las fuerzas de seguridad en Brasilia. “Creemos que hubo falta de seguridad y quiero decir que todas las personas que hicieron esto serán encontradas y serán castigadas”, señaló.
Y añadió: “Lamentablemente, la que tenían que hacer la seguridad del distrito federal era la policía militar del distrito federal y no lo hizo; hubo una incompetencia, mala voluntad o mala fe, ustedes vieron las imágenes de cómo los acompañaban”.
Medios brasileños señalaron que cerca 80 ómnibus habían llegado el sábado a la capital federal para una manifestación que había llamado la atención del ministro de Justicia, Flavio Dino, quien había advertido de la situación al gobernador de Brasilia, Ibaneis Rocha, un bolsonarista que, según lo marca la Constitución, es el encargado de la seguridad en el Distrito Federal.