Las fotografías y datos del telescopio ayudarán a los científicos a rastrear cómo la energía magnética contribuye al calentamiento de la atmósfera de nuestra estrella
El momento en el que un telescopio abre por primera vez sus "puertas" representa la culminación de años de trabajo y planificación, como así también una ventana a la investigación y a respuestas a cientos de interrogantes.
El 17 de julio, un equipo de científicos e ingenieros de la Agencia Espacial Norteamericana (Nasa), que trabajaron y construyeron el telescopio IRIS (Interface Region Imaging Spectrograph) pasaron ese momento.
A través de un satélite, el telescopio que orbita la Tierra pudo acceder a las primeras imágenes del interior de la atmósfera del sol, brindando datos sin precedentes sobre la estrella de nuestro sistema.
"Estas increíbles fotografías de IRIS son ayudarán a entender como el poder de la atmósfera baja del sol puede influenciar eventos que suceden en la estrella", dijo Adrian Daw, uno de los responsables de la misión IRIS.
IRIS es una pequeña misión exploratoria de la Nasa, que se lanzó desde la base aérea de Vandenberg, en California, el pasado 27 de junio.
Las primeras imágenes de IRIS mostraron una multitud de estructuras finas, como fibrillas que nunca se habían visto hasta ahora, revelando enormes contrastes de densidad y temperatura que se producen en toda la región. Las fotografías también muestran manchas que rápidamente se iluminan y oscurecen, que proporcionan pistas sobre cómo la energía se transporta y absorbe.
Las imágenes de IRIS ayudarán a los científicos a rastrear cómo la energía magnética contribuye al calentamiento de la atmósfera del sol. Las capacidades de investigación de Iris se adaptan para desentrañar la denominada zona de "Interfaz". Entender esta región, es importante porque la emisión ultravioleta que afecta el espacio cercano a la Tierra y el clima del planeta. La energía que viaja a través de la región también ayuda a impulsar el viento solar, que durante el espacio de los fenómenos meteorológicos extremos cerca de la Tierra pueden afectar a los satélites, las redes eléctricas y los sistemas de posicionamiento global o GPS.
Imágenes: NASA